El fracaso es huérfano

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El éxito tiene muchos padres y el fracaso es huérfano. Una muestra de mediocridad directiva es atribuirse uno mismo el mérito de las cosas que salen bien y culpar a los colaboradores de las que salen mal. A este respecto es ejemplar la actitud del presidente Kennedy tras el fracaso en la Bahía de Cochinos en la que los norteamericanos intentaron liberar Cuba del regimen castrista en 1961. En 72 horas el ejército de Fidel Castro había consegudo neutralizar la invasión.

El presidente comunicó a su equipo de consejeros que se iba a dirigir a toda la nación por televisión asumiendo la total responsabilidad del fracaso. Bob McNamara, entonces secretario de defensa norteamericano, según explicó posteriormente, sugirió al presidente dirigirse él a continuación a la nación explicando que la responsabilidad del fracaso era de todo el gabinete. Kennedy se opuso a este segundo mensaje aludiendo que fue él y bajo su responsabilidad quien aceptó los consejos del gabinete.

Kennedy no solo asumió personalmente la responsabilidad de sus errores sino que supo aprender de ellos: cuando un año después, en 1962, la Unión Soviética colocó unos misiles en Cuba amenazando directamente a los Estados Unidos, en la llamada crisis de los misiles de octubre, Kennedy supo evitar los errores cometidos en la Bahía de Cochinos y diseñar un plan de acción con muchas más garantías de éxito. El proceso de decisión que impuso a su equipo de consejeros es un extraordinario ejemplo de toma de decisiones en equipo. El bloqueo a la isla se impuso a la alternativa de una respuesta militar que podría haber desembocado en una nueva guerra mundial.

Resumen del mensaje de esta semana: reconocer los errores y aprender de ellos para no volver a cometerlos.  Tus subordinados lo apreciarán y te lo agradecerán. Hasta la semana que viene.

28 COMENTARIOS

  1. Buenos dias, creo que equivocarse es necesario e incluso educativo, todos nos equivocamos y estamos aqui para ello y asi aprender de nuestros errores. Los directivos importantes no están al margen, y sí es imprescindible asumirlo con naturalidad y sin intentar escurrir el bulto y no pecando de soberbia, prepotencia o arrogancia («hubris»)..

    Un saludo.

    • Tienes toda la razón Angel. Es imposible encontrar a alguien por muy arriba que esté en una organización que no se equivoque. Eso es lo normal y así hay que asumirlo, y aprender.
      Gracias,
      Miguel Angel

  2. Sin equivocación no habría aprendizaje. Y sin asumir los propios errores, tampoco. Cada uno debe asumir los riesgos que toma (o el riesgo de dejar de tomarlos) y los resultados obtenidos, especialmente cuando no son los deseados. Las decisiones del equipo, si están avaladas por el superior, ya sea directamente, ya sea por premiar la delegación y apoderamiento de las mismas, también deben aceptarse como propias por el superior en caso de no obtención del resultado buscado. Esa es la única manera de que el equipo siga tomando decisiones.

    • Muchas gracias Pepe. Corregido. Pero como decía Machado «Dejar quisiera mi verso como deja el capitán su espada. Famosa por la mano viril que la blandiera y no`por el docto oficio de forjador preciada»
      Un abrazo y gracias de nuevo,
      Miguel Angel

  3. Asimilar error a fracaso podría ser en sí mismo una equivocación.

    Diría que el error es cuestión operativa y el fracaso estrategica.Asumir el fracaso exige replanteamientos estructurales. Reconocer el error se solventa mediante correcciones coyunturales.Los errores se cometen en los medios, se fracasa en el fin.

    Kennedy fracasó.Para su nuevo fin, paz (nuclear) con el comunismo, resultaba válido respetar Cuba soberana, y esta vez acertó en el medio y triunfó en el fin.

    Es preciso ser grande para aceptar fracasos, obliga a renacer.Y creo que la supervivencia del conjunto depende de que el lider asuma en soledad los fracasos y comparta los triunfos.

    Me suena tan antiguo como dos mil años.

    Mil gracias por tu post, y por permitirme esta introspección.

    • Gracias Ig¿nacio?. interesante tu comentario y tu distinción entre lo operativo y lo estratégico. Sgún mis modo de ver la toma de decisiones, el error hace referencia al proceso de decisión y el éxito o fracaso al los resultados. Es lo que dices de que el error se comete en los medios y el fracaso en el fin.
      Saludos,
      Miguel Angel

  4. Acerca de este ejemplo en concreto os recomiendo el documental «The Fog of War: Eleven Lessons from the Life of Robert S. McNamara» (http://video.google.com/videoplay?docid=-8653788864462752804#).

    El ex-secretario de defensa y ex-presidente de Ford no solo ha aprendido de sus errores (y de las de los demás), sino que además propone transmitirnos su aprendizaje.

    Adicionalmente Bob Mc Namara describe en este documental la relación personal y profesional que tenía con el presidente Kennedy.

    • Gracias por el video Brice, que veré con calma el fin de semana. Seguro que se puede aprender mucho de la toma de decisiones. Cuando nos veamos por el IESE te lo comento.
      Gracias y hasta mañana,
      Miguel Angel

  5. Muy interesante el articulo. Aunque son cosas conocidas por todos no esta de más que te las vayan recordando, no sea que caigamos nosotros mismos en la paradoja que tanto criticamos.
    Aunque soy de los que cree que en el fondo la gente no cambia, quizás si que se podemos “tunearnos” un poquito.
    En varias ocasiones me he encontrado con directivos que se van renovando constantemente su equipo porque no hay nadie “competente” y a la hora de la verdad no se dan cuenta que cuando todos los coches van en contra dirección quizás hay que hacer un pensamiento…o se acaban convirtiendo en un suicidas.

    • Pues tristemente estoy algo de acuerdo contigo Pablo. Yo cuando era un joven profesor era más idealista y pensaba que la gente podía cambiar. Con el paso del tiempo me vuelvo más escéptico. Pero me gustaría creer que sí que cambiamos. Pero en mi experiencia como profesor la gente entiende solo lo que quiere entender. Lo que se adecúa a sus esquemas mentales, de modo que se percata de las cosas el que no le hace falta percatarse porque ya las vive y el que no las vive, no se entera ni en una clase ni leyendo un mensaje de un blog. Por eso me produce cierta risa interior cuando algún alumno piensa que no soy realista en mis planteamientos. Pienso que no se está enterando de nada. Hace años intentaba exponer mis posiciones. Actualmente, con frecuencia lo doy por imposible. Aunque quien sabe, a lo mejor el equivocado soy yo. Lo que sí que puedo asegurar es que de lo que hablo en clase o en lo que escribo es algo sobre lo que he pensado mucho. En cualquier caso un «tuneo» como dices va bien.
      Gracias Pablo,
      Miguel Angel

  6. Me parece fundamental el tema que tratas en el artículo…

    Estoy de acuerdo con IgTomas en que el error no creo que sea equiparable al fracaso. Fracasar tiene connotaciones negativas, si fracasas eres un fracasado, hay que levantar cabeza, te deprimes… El error y la equivocación en cambio es la base del aprendizaje, es positivo. Un error es una excelente oportunidad para aprender y conocerse mejor.

    Mi hijo de dos años está continuamente errando… cuando habla, cuando anda, cuando intenta coger objetos, cuando se relaciona… y está continuamente aprendiendo. El enano se equivoca y o el mismo se corrige o le corregimos nosotros… y no para de disfrutar con el proceso: creo que el reto es este, disfrutar aprendiendo y asimilar el error como algo positivo.

    En España culturalmente creo que nos queda mucho por aprender sobre este tema… otros países me parece que entienden mejor el error… el sentimiento de culpa junto con el que dirán nos pesa demasiado.

    Gracias!

    • Luis, muy interesante el ejemplo del aprendizaje. y como bien dices necesitamos mejorar nuestra actitud hacia el error y deslindarlo totalmente del fracaso.
      un abrazo,
      Miguel Angel
      Por cierto, resulta que IgTomas se llama Vicente.

  7. Hola Miguel Angel, excelente post y muy adecuado para los tiempos difíciles en los que vivimos.

    Últimamente, he oído varias veces que «there is no room for failure». Y todos sabemos lo que eso significa: hay cumplir los objetivos a toda costa y, en caso contrario, puede haber consecuencias.
    Hace algunos años cuando las cosas iban mejor era más fácil admitir el error porque no había tanta presión.

    Admitir los errores es algo que yo intento hacer, siempre trato de reconocer en público cuando hay un error y soy el principal responsable o tengo una parte importante de responsabilidad (aunque teniendo en cuenta la parte política de cómo hacerlo, que cuenta mucho también…).

    Y algo más difícil: intento además que mi ejemplo lance a los demás para que admitan su parte y que así todos aprendamos. Pero esto no es nada fácil y tengo que reconocer que en ese objetivo fracaso casi siempre: cuando hay un fracaso cada uno pondera más la parte de los demás.

    Por eso yo creo que líderes verdaderos como Kennedy hay muy, muy pocos.
    Honestamente: Cuántos en su situación hubiéramos seguido su camino?

    Gracias.
    Un saludo,

    Paco

  8. Muy recomendable la película sobre este episodio histórico: «Trece días» de Roger Donaldson. Permite seguir muy de cerca la evolución de la crisis y su resolución. Aun cuando rodeado de un buen equipo, se percibe perfectamente la soledad del lider como último responsable a la hora de tomar decisiones.

  9. ¿A que tengo miedo? Llevo una época en que todos los días tengo miedo a la situación económica, a la general y a la personal. Tengo muchas deudas y me da mucho miedo no poder pagarlas, si no pago mis deudas defraudaría a mucha gente, ¿de qué voy a vivir?, pienso a menudo, me desespero, lloro, rezo, suplico al destino una oportunidad, una Primitiva, o un Euromillón.
    Un día decidí pensar en que ese momento había llegado ya. Ya no quedaba más dinero, se había agotado el paro y los ahorros se habían consumido, no había encontrado trabajo, no podía pagar la casa y se la llevaba el banco, no tenía ni para comer un bocadillo, aparecía en todos los ficheros de morosos, la gente que creyó en mí, me daba la espalda, se sentía defraudada, les daba pena…
    Todas esas cosas que me dan miedo ya no eran un temor, eran una realidad. Y, lo que es curioso, me empecé a sentir mejor. Ya no existía el pasado, tan sólo presente y futuro. Sólo empezar de nuevo, dejarlo todo atrás, hacer cada día el mañana. Nada temes si nada tienes que perder y he decidido partir de ahí, de ese sentimiento de resistencia que ahora mismo me da coraje para enfrentar el día a día, él seguir creyendo en mí, en mis capacidades y en mis posibilidades a pesar de la coyuntura. Yo valgo, yo puedo, yo soy luchadora, sé que no me dejaría caer, no caería en el alcohol, ni en la depresión, buscaría, buscaría comida, sin robar y sin pedir, hablando con la gente, todo el mundo necesita algo de otro y yo puedo dar muchas cosas, tengo dos brazos y dos piernas y una cabeza que me funciona, creo en la gente y creo en mí. Sé que podría empezar de nuevo, partir de cero y crecer, más fuerte, más vivida, más valiente.
    Puede que mi presente sea duro pero confío en el futuro, confío en mí.

  10. […] | Hay directivos que reconocen los errores cuando se equivocan y otros a los que nunca se les pasa por la cabeza que han podido equivocarse. Los primeros son directivos humanizados que inspiran confianza en su gente y los segundos inspiran […]

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