Toda decisión debe concebirse como un experimento. Decidir es hacer la hipótesis de que si hago esto ocurrirá tal cosa. Si hago A ocurrirá B. Una vez hacemos A comprobaremos si ocurre B, en cuyo caso confirmaremos nuestra hipótesis y además habremos obtenido lo que queríamos. También puede suceder que no ocurra B, en cuyo caso sabremos que nuestra hipótesis no es correcta y tendremos que modificarla, seguir experimentando y seguir aprendiendo.
Si las cosas salen de forma distinta a como queríamos que salieran, podemos sentirnos fracasados o podemos aprender. Si nos sentimos fracasado no sacamos nada en limpio de esa decisión. Si aprendemos porqué con esa decisión no hemos conseguido lo que pretendíamos estaremos mejorando para la próxima vez.
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