Cuando el indicador se convierte en objetivo…

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Habitualmente para saber si una organización está yendo bien o mal se miran una serie de indicadores que indican la mejor o peor marcha de esa organización. Pero hay que tener mucho cuidado. Cuando un indicador se convierte en un objetivo a conseguir, deja de ser un buen indicador. Es más se convierte en un indicador muy malo.

Pasó en Estados Unidos, no sé si en el FBI o en la CIA. Esa agencia se dedica a hacer informes sobre posibles acontecimientos que es importante investigar para la seguridad y buena marcha del país. Sus agentes juzgaban en cada momento si un asunto era suficientemente importante para hacer un informe o no. En un momento dado, no se les ocurrió otra idea que remunerar a cada agente según el número de informes que emitían. Resultado, la agencia quedó colapsada porque todos los agentes empezaron a emitir informes sobre cualquier cosa que se les ocurría. Cuando un indicador se convierte en objetivo… malo. Dejaron de investigar asuntos importantes y se centraron en cualquier tontería.

Pasa en muchas universidades. Para aparecer a la cabeza de los rankings que se elaboran, ya sea el ranking Shanghai, el de El Mundo u otras revistas, miran cuáles son los criterios con los que se elaboran los rankings y se centran en cumplir muy satisfactoriamente esos criterios olvidándose de su función fundamental que es formar a los alumnos y generar conocimiento útil. Cuando el indicador se convierte en objetivo… malo.

Y les pasa a profesores de esas universidades. Es frecuente que al finalizar un curso se pase un cuestionario a los alumnos sobre su satisfacción respecto a ese curso. Hay profesores que se centran en que los alumnos queden contentos con el curso para quedar bien en esos cuestionarios, torciendo así la noble actividad docente. Cuando el indicador se convierte en objetivo… Siempre he distinguido tres tipos de personas que se dedican a la enseñanza: los loros, los que dan clase y los profesores. Hay una gran diferencia entre una persona que da clase y un profesor. Se distinguen a la legua.

Cuando el indicador se convierte en objetivo…, deja de ser un buen indicador. Hasta el jueves que viene. Os dejo un video de una entrevista que me hicieron hace poco.

10 COMENTARIOS

  1. Buena reflexión y adecuada exposición. Añadiría a los tres tipos que citas, un cuarto: el Educador. Entiendo que este, además de formar académicamente –labor intrínseca a la actividad docente- también, lo hace en valores.
    Un abrazo.

    • Gracias Adolfo por tu comentario. Para mi lo que tú denominas educador es lo que yo considero un profesor. Y eso es lo que le distingue de una persona que da clases. es cuestión de nomenclatura, pero en el fondo es lo mismo.
      Muchas gracias,
      Miguel Angel

  2. Siempre me sorprenderá su capacidad para la síntesis, y elaborar perlas de sabiduría como ésta. Gracias por compartirlas

  3. Bien cierto, los profesores, los buenos profesores… cuánto marcan las trayectorias de los alumnos. Y gracias por hacernos ver tan claro porqué los indicadores no deben convertirse en objetivos.

  4. Miguel Angel, gran reflexión. Y si la llevo a mi mundo de retail, que pasa cuando el indicador «ventas» se convierte en el objetivo. Malo!!!
    Las ventas son el resultado de muchas cosas, no un objetivo…El objetivo deberían ser las cosas que dan lugar a las ventas. Sobre las mismas debemos accionar. Las ventas solo serán por tanto un indicador…

    Volviendo a las aulas, que tal si volvemos al Maestro (acompaña al aprendizaje) más que al Profesor. Siempre me llega aquello de «Oigo y olvido, veo y comprendo, hasta que no hago y/o siento no aprendo». Preguntar al final de la sesión que se llevan de la misma, con quién la compartirán, como podríamos mejorar para las siguientes…mejorando en vez de queriendo quedar bien…

    Buen domingo!!!

    • Javier, esto es aplicable al mundo del retail al igual que a los ejemplo que pongo en el mensaje. Hay que tener mucho cuidado con los indicadores. y con respecto a las aulas, es cuestión de nombres. Como contesto arriba a Aolfo, quizá a lo que tú llamas maestro es a lo que yo llamo profesor. Pero en el fondo estamos de acuerdo.
      Gracias,
      Miguel Angel

  5. Sin duda es un asunto de relevancia para las escuelas de negocio en relación a los rankings, como lo es para los restaurantes que obtienen una estrella Michelín y quieren mantenerla. En ocasiones ayudan a mejorar aspectos, pero frecuentemente se ve cómo mejorar posiciones o mantenerlas crea distorsiones o incluso genera injusticias. Me pregunto cómo ha afectado a las principales escuelas españolas, al menos a las 3 que frecuentan la parte alta de los rankings. Quizá el asunto en parte entronca con el difícil debate de la discriminación «positiva» en la selección de alumnado y profesorado.

    La peor situación es salir mal en los rankings y que la calidad de la educación sea mala. Parece que esto sucede en muchas facultades españolas.

    • Muchas gracias Luis. No había caído en lo de los restaurantes. Pero ya se ve que esto aplica a muchas situaciones. De lo que dices de la discriminación positiva, la verdad es que no tengo opinión al respecto.
      Gracias y saludos,
      Miguel Angel

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