Calumnias y buena fama

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A veces, en las redes sociales, cuando uno lee una noticia con la que no está de acuerdo, en vez de exponer su opinión, empieza a insultar gratuitamente al autor de la noticia, al protagonista de lo que se cuenta o a un colectivo de personas sobre las que se habla. Hay que tener mucho cuidado con esto. Insultar no ayuda nadie, solo envilece al que insulta y daña al insultado.

Hay que tener mucho cuidado, pues si lo que se dice de alguien es mentira se está calumniando, y esto es una falta muy grave contra las personas. Si lo que se dice es verdad, también hay que tener mucho cuidado, pues se está difamando a esa persona y todos tenemos derecho a la buena fama. No somos perfectos. Todo el mundo mete la pata una vez u otra, y los errores no hay que exponerlos al escrutinio público.

¿Significa esto que hay de pasar por alto los errores de la gente y dejar que los siga cometiendo? No, ni mucho menos, los errores hay que corregirlos, y por tanto hay que decirlos a aquellas personas que pueden ayudar, facilitar u obligar a corregir esos errores. Pero cuidado con dañar la buena fama de la gente.

Si siempre hablas bien de todo el mundo, si evitas airear los errores serás una persona en la que se puede confiar. La gente acudirá a ti a pedir consejo, pues confiarán en ti, y podrás hacer mucho bien. Hasta el jueves que viene.

10 COMENTARIOS

  1. Totalmente de acuerdo, Miquel Angel. Cuando se llega al insulto, se está rebasando una frontera que nunca, nunca, nunca se debe traspasar. La humildad y la educación son dos cualidades que se valoran cada día más en las organizaciones y en los entornos sociales, por lo que una persona confiable siempre será admirada y apreciada para pedirle un buen consejo o confiarle un secreto.
    Gracias Miquel Angel por compartir tus sabias reflexiones.

  2. Buenas tardes Prof. Miguel Ángel. Muchas gracias por sus ideas tan acertadas y prácticas que sigo con interés. De este jueves saco esta síntesis: 1) Hablar bien de todos, y 2) A quien va errado procurar ayudarle sin calumnia ni difamación. Para esto pienso que una meditada «corrección fraterna» puede ser la solución. También quisiera añadir esta reflexión que escuché hace muchos años: La mayoría de enfados, discusiones, peleas, enfrentamientos, separaciones … etc. son fruto de pequeños malentendidos ! Con lo cual nuevamente una delicada corrección fraterna a tiempo también los habría evitado. Reciba un cordial saludo, Xavier.

    • Anónimo, si es en las redes, mira a ver cuantos seguidores tiene ese calumniante. Normalmente son muy pocos. No hagas caso y sobre todo no respondas. Si respondes alargas la vida de un mensaje en las redes. Los mensajes suelen tener una vida muy corta.
      Si no es en la red, lo único que se me ocurre es en la medida de lo posible aclarar la situación. Y siempre si uno es honrado y hace las cosas bien, como normalmente el calumniante es una persona de poco fiar, la gente te creerá a ti y el que calumnia se desacreditará más.
      No merece la pena perder el tiempo tirando piedra a los perros que nos ladran por el camino
      Saludos,
      Miguel Angel

  3. De acuerdo en todo, menos en que siempre dañe al insultado. Vemos muchos mensajes provocadores que parecen encaminados a provocar el insulto para así ganarse el cariño de la parroquia.

    Por ejemplo, disculpe que me ponga muy teórico y no acuda a un ejemplo práctico, un gobierno cercena la libertad educativa, proscribe el idioma común, y sale un tipo y dice «Hoy hemos dado un paso hacia la igualdad, el que quiera educación privada que se la pague, acabamos con la dictadura del idioma común, bla, bla, bla».

    Y cuando empieza a recabar un conjunto de respuestas, algunas razonadas y educadas, y otras de gente con los nervios a flor de piel que salta, y otras de personas amenazantes, «Ya salen los fachas de la caverna», y un montón de likes de la parroquia, que le sirven para arañar unos votos o justificar que se hace una barbaridad, pero es en nombre de la justicia de clase.

    Si quiere, al revés, y «ya llegan los comunistas con la guillotina»

    Vamos, que hay quien provoca porque saca rédito del insulto.

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