Pan para hoy… hambre para mañana

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Ya sé de dos empresas donde ya sé que ha pasado esto. Con el afán de recortar costes por las dificultades causadas por la pandemia despidieron a algunas personas. El trabajo que desempeñaban estas personas fue distribuido entre los que quedaban en la empresa. Lo que pasa, y pasaba en las dos empresas, es que una de las cosas que hacía una de las personas despedidas, requería experiencia y saber hacer, y no había nadie en la empresa con ese expertise. Ese trabajo a realizar era de poca visibilidad, pero fundamental en la empresa. Total, un caos.

Resulta que se aliviaron los costes de la empresa, pero destruyendo activos muy importantes, el conocimiento acumulado durante años por algunos empleados. Es un problema de cortoplacismo. Se ve la ventaja de tener que pagar menos nóminas, pero uno no cae en la cuenta de lo que va a pasar cuando esas personas despedidas no estén realizando el trabajo que hacían.

Los activos más importantes de las empresas no son los activos tangibles. Son los conocimientos, la experiencia, el compromiso de sus empleados. Y son esos activos los que hay que cuidar. Los otros activos, los tangibles, habitualmente se pueden comprar con dinero. Y como decía un buen amigo mío, que era sabio, todo lo que se puede comprar con dinero es barato.

Total, estas empresas a las que me refería al principio tenían pan en su momento, pero ahora están pasando mucha hambre y algo de arrepentimiento. Lástima que haya que aprender a base de errores ¿No sería mejor razonar antes de lanzarse sin pensar en las consecuencias? Hasta el jueves que viene.

12 COMENTARIOS

  1. Estimado profesor:

    Totalmente de acuerdo con el comentario y la reflexión.
    Cuando viene una crisis, en ese tipo de empresas, el lema que transmite el equipo directivo es: «El miedo es libre, y cada uno coja todo el que pueda».
    Ahora bien, mi prregunta o duda es:
    «¿ Verdaderamente el equipo directivo sabía de costes o como se ganaba dinero, antes de la crisis, nos mirabamos el ombligo de lo bien que sabíamos hacer las cosas ?».
    Saludos y buen fin de semana.

  2. He oido mil veces esa reflexión en las sucesivas crisis que he vivido. Como si los que echan no estuvieran haciendo nada productivo, como si los que se quedan, antes estuvieran de brazos cruzados y no tuvieran su propio trabajo. Luego, lógicamente, la facturación decae fuertemente. El discurso «nuestro mejor activo es nuestro equipo» es omnipresente, pero cuando vienen curvas lo más habitual es denostar el capital humano. A menudo pienso que no sé en qué se formaron esos directivos, pero en sentido común seguro que no.

    • Gracias Enric por tu participación. Yo creo que todo es un problema de cortoplacismo, se quieren resolver los problemas que nos afectan a corto plazo y no pensamos en las consecuencias que vendrán más adelante.
      Saludos,
      Miguel Angel

  3. Sin conocer a fondo la situación de esas empresas no me atrevo a opinar porque es de sentido común retener talento y la mayoría de las veces, al menos en la pequeña y mediana empresa, se recurre al despido cuando se han agotado todas las alternativas.

  4. Profesor, como siempre en lo correcto. Esa es la realidad de la mayoría de organizaciones existentes en nuestro país, que priman el recorte en costes antes que valorar el gap producido por la falta de talento y experiencia. Al final, el compromiso de las personas se queda en niveles bajos.

  5. Desde siempre las mismas preguntas:
    -como un manager o contable evalúa que que valen 30.000 euros que pagan a un buen profesional?;
    -1 profesional que cobra 30.000 = 2 profesionales que cobran 15000?;
    -cuanto tiempo tarda un buen profesional en pillar el ritmo al entrar en una empresa?; -cuanto vale la diferencia entre el pleno rendimiento, y el que tenga hasta alcanzarlo, durante ese periodo de tiempo?

  6. Saludos prof. Miguel-A y grupo. Recuerdo hace bastantes años, en mi primer empleo en los entonces llamados hipermercados, que en el pasillo del café siempre había preparado un molinillo para que el cliente, una vez escogido su café en grano, lo vaciara arriba y colocando el envase vacío debajo se lo llevara recién molido de la misma tienda (mayor frescura y garantía imposibles). Resultados: El cliente tenía su café 100% recién molido y sin tener que disponer de un molinillo en su casa. En el pasillo de las conservas, el tomate siempre era del tipo «Tomate entero al natural». Resultado: El cliente en su cocina decidía libremente la forma de uso del producto: sofrito, untar pan, guiso, acompañamiento, presentación,… pues servía para todos estos fines. Podríamos ir por más pasillos y más productos, pero no quiero aburrirles a ustedes. Resumiendo: 1) Había tiempo para todo, 2) Anteponíamos cuando era posible la calidad y 3) Todas las empresas pensaban verdaderamente en el cliente. Pero todo esto cambió cuando apareció la inmediatez. A partir de entonces, lo importante pasó a ser: el café ya molido, el tomate ya triturado, la compra lo más rápida, la comida lo más rápida,… rápido todo !!! Con el tiempo todos nos hemos vuelto obsesivos y ahora: las compras, las novedades, las versiones, los envíos, los trámites, las operaciones,… todo lo queremos ya !!! Y lógicamente las empresas también han caído en esta obsesión. Antes perseguían la excelencia con un mejor Know how (saber hacer), pero ahora lo que buscan es el mejor Good profit (buenos beneficios rápidos). Antes se trabaja en Serio: a conciencia, con dedicación, con mirada en el largo plazo… , pero ahora se trabaja en Serie: replicando, a toda pastilla, con mirada cortoplacista… Y todas las decisiones empresariales sólo van de cara a aumentar las velocidades de procesos y de beneficios. Es como una carrera suicida sin fin. Personalmente, pienso que únicamente aquellas empresas que tengan unos buenos valores y una visión de largo plazo, tendrán un futuro mejor. Y en consecuencia, actualmente cuando tomo mis decisiones diarias, como buen comerciante, me fijo mucho a quien doy mi dinero. Buena semana a tod@s, Xavier D.

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