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Inconvenientes de los incentivos individuales (II)

Continuando con el mensaje anterior, una segunda razón de porqué son peligrosos los incentivos individuales es porque muchas veces el logro de un objetivo no está totalmente bajo el control de la persona responsable del asunto. Hay otras causas (a veces es la suerte) las que influyen en que se consigan o no los objetivos. Cuando una persona observa que su remuneración depende en parte de cosas que escapan a su control genera también frustración.

Una buena referencia sobre las consecuencias perversas de los incentivos se puede encontrar en el interesante libro de mi colega y amigo Pablo Maella “Gestionar con sencillez”. El apéndice de ese libro son 9 páginas inmejorables sobre el tema. Lo único que no me gusta de ese libro de Pablo es que yo no soy coautor

Otro de los inconvenientes de los incentivos es que la gente se acostumbra a ellos; espera obtenerlos. Esto significa que obtenerlos se considera lo normal. De modo que si una compañía cae en la trampa de asignar incentivos, difícilmente conseguirá que la gente se esfuerce; cada vez que se pida un esfuerzo adicional se esperará que tenga un incentivo como recompensa y cada vez habrá que asignar más y más incentivos. Mucho más sencillo es remunerar a la gente de acuerdo con el trabajo que realizan y dejarles que realicen su trabajo del mejor modo posible, sin distraerles con caramelos y premios. En definitiva, el más interesado en hacer un trabajo bien hecho es la misma persona que lo realiza.

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