Los directivos de empresas y responsables de organizaciones suelen pensar que tienen que tomar frecuentemente decisiones importantes con información limitada y presión de tiempo. Lo de información limitada es habitual, lo de decisiones importantes es de vez en cuando y lo de presión de tiempo es rara vez.
Las decisiones que tuvieron que tomar en el gobierno de España a los distintos niveles, cuando estalló la pandemia en marzo sí que eran decisiones importantes, con información limitada y presión de tiempo. Hicieron lo que pudieron y no se les podía pedir más en aquellas circunstancias, como ya apunté en su día en este blog.
Sin embargo, no se puede decir lo mismo de las decisiones que se deben tomar para gestionar esta segunda ola de la pandemia. Ya hay más información. Otra cosa es que se esté teniendo en cuenta o no. Siguen siendo decisiones importantes. Pero lo que no ha habido ha sido presión de tiempo.
Me explicaré, ya para finales de junio, cuando parecía controlada la primera ola, se podían haber establecido planes de actuación en función de posibles futuros escenarios. Se podía decir, cuando venga la segunda ola, en cuanto ocurra tal cosa se hará tal actuación en tal lugar. Si ocurre tal otra cosa la actuación deberá ser tal.
Se podían haber diseñado distintas actuaciones en función de distintos escenarios y así evitar el atolondramiento de última hora. Este es uno de los más elementales principios de toma de decisiones y de diseño de estrategias. Esta segunda ola debería habernos pillado mejor preparados. Si las cosas se piensan de antemano hay tiempo para proponer soluciones. Así como exculpé en este blog las actuaciones de los responsables en la primera ola del virus, no puedo hacer lo mismo ahora. Aprendan gestores públicos un poco de estrategia y de toma de decisiones. Hasta el jueves que viene.
