La semana pasada estuve impartiendo una sesión al profesorado de un colegio. La dirección del colegio me había pedido que hablara de “Cómo mantener el foco en la misión del colegio”. Allí hablé de que la misión o el propósito de una organización, su finalidad, debe ser ofrecer un producto o servicio que satisface una necesidad de las personas que acuden a esa organización. Y cuanto mejor se podía satisfacer esa necesidad, mejor era esa organización. Me dijeron que la misión de ese colegio era (más o menos, no es textual): “ayudar a las familias en la educación de los hijos”.
Vimos que para que una organización pudiera cumplir su función eran necesarias tres cosas. La primera que la organización fuera suficientemente eficaz, es decir que consiguiera las metas que se propone. La segunda, que en la organización hubiera un aprendizaje operativo. Que estuviera abierta a aprender a hacer cosas nuevas. Y la tercera era conseguir el compromiso de los empleados de esa organización con lo que allí se hace. Estoy exponiendo de un modo muy simplificado lo que en esa reunión tratamos.
Vimos también que en las organizaciones con una misión definida y preocupadas por esas tres dimensiones, hay dos tipos de empleados: los nucleares y los periféricos. Los periféricos son aquellos que simplemente intercambian su tiempo y su saber hacer por dinero, por un salario. Los nucleares son aquellos que no solo trabajan por un salario, sino también por la posibilidad de estar aprendiendo cosas nuevas y por la satisfacción que supone contribuir en algo útil para las personas beneficiarias de esa organización. Por otro lado, a estos empleados nucleares la empresa les ofrece, no solo un salario, sino la posibilidad de aprender y de cualificarse, y la posibilidad de hacer algo de lo que sentirse útiles y orgullosos.
Los empleados periféricos son fácilmente reemplazables en una empresa. Basta con encontrar a otro trabajador que sepa hacer lo que hacía este empleado. En cambio, sustituir a un empelado nuclear es mucho más difícil. Hace falta encontrar a alguien que, además de saber hacer lo que hay que hacer, tenga empreño por seguir aprendiendo y tenga capacidad de entusiasmarse con lo que se hace en esa organización.
Me alegró mucho poder contribuir con esa charla, porque como ya sabéis los que me leéis asiduamente, todo lo referente a la educación me apasiona. Hasta el jueves que viene.
