Hablaba hace quince días de que los equipos de dirección tomaban mejores decisiones cuanto más heterogéneos fueran. Esto plantea un reto a los directivos de primer nivel ante el cual muchos de ellos sucumben. Para un director general, dirigir un equipo heterogéneo con distintos perfiles y distintas personalidades es mucho más difícil que dirigir un equipo de gente homogénea ante la que nos sentimos más cómodos. Los equipos heterogéneos, al tener sus miembros distintos puntos de vista, generan más discusión, y es más difícil ponerlos de acuerdo.
Por esta razón es muy frecuente que los directores generales escojan su equipo entre gente que piensa igual que ellos. Así es más fácil llegar a un consenso y se cuestionan menos las decisiones. En el mejor de los casos los miembros del equipo son profesionales competentes. El problema es que todos ven las cosas desde el mismo punto de vista y es más difícil que aflore una discusión con pros y contras de lo que se está decidiendo. Todos piensan igual. En el peor de los casos, el director general se rodea de gente mediocre, aduladores, que no tienen ninguna opinión y que están dispuestos a estar de acuerdo con el jefe cualquiera que sea lo que este opine. En una situación así la organización sufre mucho por la falta de calidad directiva y los profesionales que en ella trabajan no hacen más que frustrarse por la incompetencia con la que son dirigidos. Estoy seguro de que mis blog-lectores pueden aportar muchas experiencias en la línea de este post. Hasta el jueves que viene.
