Acabo de terminar el curso básico de toma de decisiones que cada año imparto en el IESE. Unos años es en el programa Master, el MBA, y otros en el EMBA, el master de fin de semana para profesionales que simultanean el estudio con el trabajo. El curso que doy combina aspectos técnicos y cuantitativos que hay que tener en cuenta para tomar decisiones y aspectos más cualitativos también necesarios a tener en cuenta. Cosas de las que trato en este blog.
Esto último culmina con la afirmación de que para ser buen directivo es necesario ser buena persona. Con la conclusión de que la vida de una persona, además de depender de las circunstancias externas en las que se desenvuelve, es el acumulado de las decisiones que ha ido tomando a lo largo de su vida.
Dentro de las circunstancias externas que a uno le toca vivir, que condicionan, y mucho, uno acaba siendo buen padre de familia buen profesional, ladrón o drogadicto, dependiendo de las decisiones que ha ido tomando en su vida.
Y de esto hablo en clase con los alumnos. Hablamos de que los aciertos o errores técnicos, en general, no son los más importantes. Lo importante es cómo sus decisiones afectan a lo que cada uno va a llegar a ser. De esto estoy cada vez más convencido. Estos temas salen en clase y he pensado que era oportuno tratarlo en el blog. Espero que los alumnos hayan aprendido. Hasta el jueves que viene.
