Han salido las cifras de empleo en España. Todo el mundo se felicita de lo bien que va. Y es así. Sin embargo, me gustaría hacer alguna matización. Lo que se celebra es que hay en España más de 21 millones de ocupados por primera vez en nuestra historia. Solo faltaba. Utilizando cifras aproximadas, en España hay unos 48 millones de habitantes, 300 mil más que hace un año. Pero estos 300 mil se descomponen en 150 mil fallecimientos más que nacimientos (saldo vegetativo negativo) y 450 mil inmigrantes.
Los inmigrantes que vienen no son ancianos, sino gente en edad de trabajar y sus hijos. Con estas cifras es muy razonable que haya más gente trabajando, lo que significa que en España hay oportunidades.
Lo que a mi me parece que es más interesante es el número de parados. Se sitúa en el 11,8% de la población activa. Población activa somos los que estamos dispuestos a trabajar. Este porcentaje ha bajado también. Y ha bajado por dos motivos. El primero es porque hay gente que estaba parada y ha empezado a trabajar, y el segundo porque si aumenta la población activa, aunque el número de parados se mantenga, disminuye el porcentaje de parados.
Me parece que el dato relevante, más que el número de personas que están trabajando, y más que el porcentaje de desempleados es el número de personas que están en el paro. Ese es el problema, pues una persona que quiere trabajar y no está trabajando, más que una estadística es un drama personal. Y los medios de comunicación nos dan precisamente los otros dos datos.
De todas maneras, en España debe haber todavía mucha economía sumergida. Si no, no se explica la alegría que hay. Esta semana he querido dar una explicación de qué datos me parecen relevantes y cuáles me parecen menos. Hasta el jueves que viene.
