Icono del sitio Toma de Decisiones Miguel A. Ariño

El arte de dejarse aconsejar

Una elemental medida de prudencia a la hora de tomar decisiones es pedir consejo y dejarse aconsejar. Pero hay que saber a quien pedir consejo. Hay una frase en el evangelio de San Mateo que me parece muy oportuna, dice “Cuando un ciego guía a otro ciego, ambos caen en el hoyo”. Efectivamente, si la persona a la que pides consejo no es la adecuada, mal vamos.

Y esta persona puede no ser la adecuada por muchas razones. A veces más que pedimos consejo vamos a validar nuestras ideas y por eso las contrastamos con quien ya sabemos va a estar de acuerdo. Otras veces comentamos nuestras ideas porque queremos compartirlas con alguien, pero, por supuesto, ya sabemos de antemano que las vamos a llevar a cabo con independencia de lo que le pueda parecer a esta persona. En otras ocasiones no lo sabemos, pero vamos muy despistados y pedimos el parecer a alguien que no es competente para opinar sobre el asunto. Este es el caso paradigmático del ciego que guía a otro ciego.

Contra esta mala práctica el consejo es dudar de nuestras suposiciones y de lo que pensamos y acudir honestamente a que nos puedan dar razones para mantener nuestra postura o cambiar de opinión. Los demás no son tontos y contar con la opinión de las personas adecuadas me parece algo fundamental.

Y una última recomendación, pide y escucha los consejos solo de personas que te quieran. Esos son los más valiosas por desinteresados. Un consejo dado por alguien con quien no mantengáis mutuo aprecio tiene muchísimo menos valor. Hasta el jueves que viene.

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