
Qué gusto da cuando alguien dice algo inteligente y desencalla una discusión que parecía iba a no tener fin. Son personas que saben escuchar. Cuando preguntan es para pedir una aclaración que era necesaria hacer. Cuando hablan inspiran confianza. Lo que dicen lo han pensado. Con estas personas suele bastar con diez minutos para darse cuenta de lo inteligente que es.
También sucede en ocasiones que las reuniones se hacen interminables porque hay quienes se empeñan en dar su opinión. A veces dan una opinión irrelevante sobre un tema importante, y a veces intervienen sobre temas que no tienen ninguna importancia. No suelen ser capaces de decir más de dos frases seguidas con sentido. Han de cambiar de tema. El caso es decir algo. Hablar.
El tonto se distingue porque cuando hace una pregunta en vez de pararse a escuchar la respuesta, su cabeza ya está en otro asunto y preparado para disparar otra tontería.
Más vale estar callado aunque puedan pensar que uno es tonto, que hablar y despejar la duda dijo algún presidente norteamericano. Al tonto se le distingue de lejos. Al listo también.
Os dejo una foto con mis alumnos de Hong Kong a los que di clase la semana pasada. Hasta el jueves que viene.