Más de sabios y tontos

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Gestionar la incertidumbre: lecciones de 25 turbulentos años

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El arte de conversar sin imponer

En el mensaje de esta semana hablo de que las personas maduras no imponen sus certezas. Saben distinguir entre opiniones y verdades objetivas, y aun así expone con humildad. La rotundidad genera distancia; la apertura, confianza. La forma en que afirmamos nuestras ideas dice muestra cómo somos nosotros.

Si no me gusta rompo la baraja

En el mensaje de esta semana muestro cómo la calidad de una decisión no se puede juzgar en función de si su resultado me afecta positiva o negativamente. La calidad de una decisión viene dada en función de si el proceso que se ha seguido es adecuado o defectuoso.

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tontosCreo que fue Platón quien dijo “Los sabios hablan porque tienen algo que decir y los tontos porque tienen que decir algo”.

Qué gusto da cuando alguien dice algo inteligente y desencalla una discusión que parecía iba a no tener fin. Son personas que saben escuchar. Cuando preguntan es para pedir una aclaración que era necesaria hacer. Cuando hablan inspiran confianza. Lo que dicen lo han pensado. Con estas personas suele bastar con diez minutos para darse cuenta de lo inteligente que es.

También sucede en ocasiones que las reuniones se hacen interminables porque hay quienes se empeñan en dar su opinión. A veces dan una opinión irrelevante sobre un tema importante, y a veces intervienen sobre temas que no tienen ninguna importancia. No suelen ser capaces de decir más de dos frases seguidas con sentido. Han de cambiar de tema. El caso es decir algo. Hablar.

El tonto se distingue porque cuando hace una pregunta en vez de pararse a escuchar la respuesta, su cabeza ya está en otro asunto y preparado para disparar otra tontería.

Más vale estar callado aunque puedan pensar que uno es tonto, que hablar y despejar la duda dijo algún presidente norteamericano. Al tonto se le distingue de lejos. Al listo también.

Os dejo una foto con mis alumnos de Hong Kong a los que di clase la semana pasada. Hasta el jueves que viene.

alumnos chinos

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Miguel Angel Ariño es Catedrático de IESE Business School y conferenciante, experto internacional en toma de decisiones, estrategia y liderazgo. Con más de 35 años de experiencia global, ayuda a Consejos de Administración y a la alta dirección a transformar la complejidad en claridad estratégica, impulsando un crecimiento sostenible y ético.

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14 COMENTARIOS

  1. No hay nada peor que un tonto “motivado”, este lo estropea todo, no digo que vaya con mala intención, pero incluso lo que funciona bien en cuando lo toca, desastre a la vista… no se sabe bien como pero algunos de estos llegan alto y acaban hundiendo empresas o llevándose por delante países enteros… en fin, cuando dicen esto que hay que motivar a la gente de tu equipo y demás, pero ojo a quien se motiva, hay que motivar al sabio.

  2. Qué bien dicho MA. Lo más triste es que la tontería lleva a un aprendizaje negativo que termina en que cuando más necesita de algo o alguien, el tonto está convencido que nunca lo necesitará. Lamentablemente así es y lo explicaba muy bien Juan Antonio.

  3. Miguel Angel, precisamente leía hoy un pasaje del libro «El valor de tenir valors» de Francesc Torralba. Concretamente el que se refiere al valor de preguntar. Aquí te traduzco unos párrafos»

    «Preguntar públicamente es mostrarse débil, evidenciar la propia indigencia, pero es a la vez un indicio de inteligencia, porque solamente puede preguntar el que ha captado mínimamente la música de lo que pasa y tiene el valor de recibir una respuesta que quizás no quería escuchar»

    «Tener el valor de levantar la mano y de preguntar cuando todos asienten con la cabeza, pero nadie sabe de que va el asunto, exige humildad. El peso de la mayoría abruma. Cuando el silencio tácito de la masa es compacto, ahoga cualquier interrogante, cualquier indicio de vida intelectual.»

    «Nadie entiende de que va la cosa, pero preguntar es evidenciar la incomprensión, ponerse en evidencia delante del profesor.»

    «La pregunta nos pone al descubierto. Cuando la tenemos en los labios y la hacemos sonora, hacemos evidentes los límites del propio conocimiento, también el deseo de saber más.»

    Un abrazo

  4. Otra perspectiva sería cuál es, en muchas ocasiones, el contenido propio de las reuniones, las motivaciones de ésas. ¿Quién no se ha encontrado con reuniones programadas con semanas de antelación (2-3), y que cuando se celebran, sonsólo un mero ejercicio de «postureo» y de egocentrismo del responsable de la reunión? También se podría trasladar esta visión a esos aficionados a convocar reuniones que no escuchan y sólo hablan.

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