Está muy de moda últimamente hablar de “empresas con propósito”, o “misión de las empresas”. Los que habéis sido alumnos míos sabéis que yo llevo décadas hablando de esto. Los que leéis asiduamente este blog también lo sabéis. Siempre he hablado en mis clases que la finalidad de una empresa no es ganar dinero y cuanto más mejor. Eso es una consecuencia de hacer las cosas bien y no tener mala suerte.
La finalidad de una empresa, su misión, su propósito, su razón de ser es ofrecer un producto o servicio que satisfaga una necesidad real. Y cuanto mejor satisfaga esa necesidad mejor estará cumpliendo su propósito. Una condición necesaria para poder ofrecer este producto o servicio es ser financieramente sostenible. De lo contrario desaparecerá y no habrá ni propósito, ni producto, ni servicio. Pero la sostenibilidad financiera de la empresa es una condición necesaria. Nunca la finalidad de la empresa. Toda persona necesita respirar, pero nadie pensará que la finalidad de su vida es poder respirar.
Como decía cada vez se habla más del propósito de las empresas. Este propósito o misión o razón de ser de la empresa es el marco que debe guiar el resto de las decisiones que allí se toman, las más estratégicas y las más operativas. Debe permear todas las actividades de la empresa. Todas las actividades que allí se llevan a cabo deben contribuir a avanzar en el propósito.
Hasta aquí todo muy bien, pero luego llega la realidad empresarial. Y después de que a los directivos se les llene la boca al hablar del propósito, vienen sus decisiones del día a día, que frecuentemente están orientadas más a mejorar la cuenta de resultados que a satisfacer las necesidades del cliente. Vienen los despidos que entre otras cosas rompen la relación de los vendedores con los clientes y merman el compromiso del resto de empleados que se quedan en la compañía, pensando que cuando les tocará a ellos. Un ejercicio, piensa en tu empresa cuantas cosas se hacen que fortalecen el propósito de la empresa, cuantas no tienen nada que ver con el propósito y cuantas son incompatibles con el predicado propósito.
Y finalmente un consejo. Si quieres que tu empresa sea de excelente calidad. Hay que empezar alineando todas las decisiones con un propósito estimulante. Hasta el jueves que viene.
