Hay directivos que cuando la realidad no les gusta la niegan. En los últimos años me lo han comentado varios antiguos alumnos. En esencia es esto. Uno acude a su jefe con un asunto que habría que resolver. Al jefe no le gusta el asunto que le plantean y niega que exista ningún problema. Que las cosas deben seguir tal como se ha dispuesto que sean. Y no hay nada que hacer.
No porque el jefe niegue el problema el problema deja de existir. Es más, se crea un problema más grande, el distanciamiento del jefe y su gente. Se aprende que al jefe solo le importan los asuntos que le afectan a él. Lo que afecta a los demás lo ignora.
Cuanta incompetencia directiva. Incompetencia que tiene como consecuencia una falta de compromiso de la gente con su empresa, lo cual redunda en una pérdida de eficacia en la empresa y que la gente no vaya contenta al trabajo. Y hablando de ir contentos al trabajo, esta debería ser una prioridad del jefe. Si la gente va contenta al trabajo seguramente las cosas irán mejor que si la gente va malhumorada.
Directivo, pregúntate como acude tu gente a trabajar y mira qué puedes hacer para facilitar que la gente esté a gusto en su trabajo. Pero todo esto es compatible con ser una persona dura con el que quiera abusar de tu benevolencia. El que se quiera aprovechar de tu preocupación por la gente, con ese hay que ser muy duro. No por aclarar quién manda en la empresa, que también, sino principalmente para no frustrar al resto de empleados que quieren realizar un buen trabajo.
Volvemos de vacaciones. Comenzamos un nuevo curso y es un buen momento para que reconsideres cómo te comportas con tu gente. Feliz vuelta al trabajo y hasta el jueves que viene.
