Los directivos parecen ser personas muy ocupadas atendiendo múltiples importantes cosas. Yo creo que si planificaran un poco mejor irían por la vida con menos sensación de agobio. Se debe distinguir lo urgente de lo importante. Si cada vez que surge una cosa la atendemos y la intentamos resolver, estaremos continuamente ocupados en cosas que no son nuestra prioridad.
Un directivo lo que tiene que hacer es saber lo que ha de hacer hoy, esta semana o este mes. Identificar claramente los objetivos que tiene, y ordenar sus actividades de modo que le permitan alcanzar esos objetivos. Si no estará continuamente haciendo cosas dispersas. Evidentemente alguna vez surgirá un imprevisto importante al que habrá que dedicar tiempo y cabeza. Pero si eso es lo que estamos haciendo de modo habitual, algo estamos haciendo mal.
Una buena práctica es tener un listado de cosas a hacer e ir tachándolas conforme se van haciendo. Si tachamos pocas cosas es que seguramente no estamos haciendo lo que tenemos que hacer. Y las cosas que debe haber en ese listado deben estar alineadas con lo que queremos conseguir a largo plazo. Si no, otra vez estaremos haciendo cosas, pero no lo que debemos hacer.
Una cosa que anima mucho es ver cómo vamos tachando cosas y van desapareciendo de nuestra lista, nos entra una sensación de eficacia, de que estamos aprovechando el tiempo y de que nos queda tiempo para pensar, en lugar de estar continuamente resolviendo asuntos. Hasta el jueves que viene.
