Ha surgido en España una polémica auspiciada por el gobierno sobre la calidad de las universidades privadas, dando por sentado que hay universidades privadas de dudosa calidad. Yo creo que la polémica está mal planteada. Habría que hablar de universidades de alta y de baja calidad con independencia de si son públicas o privadas. Porque hay universidades públicas que son muy buenas y otras que son muy malas, igual que hay privadas buenas y privadas malas. Una vez más el debate se ha hecho ideológico en lugar de técnico.
El fin de la universidad es la generación y difusión de conocimiento y a una universidad hay que juzgarla en función de cómo cumplen esa finalidad, con independencia de si es pública o si es privada. Además, todo el mundo debe poder asistir a la universidad que encuentre más acorde a sus circunstancias y preferencias, y debe dotarse de un sistema de becas que permita al alumno escoger la universidad que prefiera. Esto sí, si no hay rendimiento académico se acabó la beca.
Según fuentes que he consultado, en el curso 22/23 en España, el 21% de los universitarios estudiaban en universidades privadas. Este porcentaje subió al 25% en el curso siguiente. No he encontrado datos para el curso actual. Quizá habría que preguntarse el porqué de esta evolución.
Cuando tenía 16 años hice mi examen de selectividad, y desde entonces he sido siempre un universitario. Todo el mundo universitario me apasiona. En el mensaje de la semana pasada aventuré que me lloverían muchas críticas y la verdad es que fue muy bien acogido. No sé si pasará lo mismo con el mensaje de esta semana. Hasta el jueves que viene.
Miguel Angel Ariño es Catedrático de IESE Business School y conferenciante, experto internacional en toma de decisiones, estrategia y liderazgo. Con más de 35 años de experiencia global, ayuda a Consejos de Administración y a la alta dirección a transformar la complejidad en claridad estratégica, impulsando un crecimiento sostenible y ético.
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Totalmente de acuerdo, igual que hay alumnos brillantes y otros más justitos. No obstante, deberíamos preguntar cómo se mide este grado de calidad. Las métricas pueden ser engañosas y no reflejar la realidad de la enseñanza. Para mi ése es el debate.
Efectivamente. Antoni, antes de hablar de universidades de buena y mala calidad tendremos que decir que se entiende por calidad de una universidad. Muy buen punto.
Saludos y gracias por participar,
Miguel Angel
buenos días,
estoy de acuerdo en la distinción tan certera que haces sobre la verdadera razón por la que se podría llegar a criticar una un otra universidad, su calidad y resultados, pero no el modo de financiación ni titularidad del centro.
Aún así, no llego a comprender por qué se da por sentado la necesidad de que el Estado tenga que promover, crear, sostener, financiar y publicitar universidades. Creo que eso es tarea de la sociedad civil.
Al igual que nos parecería una locura que el Estado creara, financiara, gestionara y tuviera en propiedad tiendas de ropa, de comida, de coches, etc… por qué tenemos que soportar que lo haga en ámbitos como la educación? Cuál es el motivo detrás de todo esto?
No creo que sea simplemente catitativo para poder ayudar a las personas a estudiar. Si realmente quisiera ayudar en ese sentido, simplemente con financiar la demanda (dar un cheque universitario a la familia para que elija universidad) sería suficiente, respetando la libertad de elección entre todas las universidades existentes (se supone que privadas, igual que las tiendas de ropa, de coches, etc).
Pero aún así, podría caber la posibilidad de preguntarse por qué no se hace lo mismo con otros ámbitos, no sólo con la educación…
La razón última no puede ser otra que cohartar la libertad de pensamiento. Porque si el Estado (unas cuantas personas, al fin y al cabo) quiere imponerse sobre los demás, debe extender su pensamiento ideológico sobre el resto de población, y qué mejor manera que inculcar en los alumnos universitarios esas ideas, a través de los profesores y medios puestos al servicio de esos entes «públicos».
Es cierto que siempre habrá magníficos profesores que luchen y resistan la tentación, pero es vedaderamente fácil dejarse llevar por la corriente, más aún cuando está en juego la economía y el futuro de tu familia.
Saludos!
Eduardo
Eduardo, tocas un tema muy complejo. Efectivamente lo que pueda asumir la iniciativa privada no debe asumirlo el estado. Sin embargo la educación es un bien tan esencial que creo que debe haber todo tipo de iniciativas públicas y privadas, y posibilitar que cada uno pueda escoger la que quiera en igualdad de condiciones. Bueno, el tema es complejo, pero el cheque escolar es una idea tan buena como difícil de implantar.
Gracias por participar y saludos,
Miguel Angel
Gracias Miguel Ángel, muy interesante tu punto de vista.
Me gustaría añadir que, en mi opinión, la educación no es más esencial que el alimento, el vestido, o la vivienda. De hecho, es muchísimo menos esencial, podemos sobrevivir sin escuelas ni universidades, como así ha sido desde el inicio de los tiempos hasta hace bien poco. Pero sin comida, ropa y casa nos morimos en pocos días. Y curiosamente, nadie en su sano juicio se plantea siquiera que para que haya posibilidad de escoger lo que cada uno quiera en igualdad de condiciones, haya que fomentar iniciativas públicas además de las privadas. ¿me equivoco? no conozco a nadie (exceptuando líderes comunistas), que piensen que sería bueno para su libertad, que el estado fomentara o poseyera fruterías públicas, mercerías públicas, etc, para poder elegir lechugas o ropa según sus posibilidades.
Por eso, insisto, el Estado tiene tanto interés en fomentar la educación «estatal», por las ventajas que tiene para propagar su ideología, no porque quiera hacer un favor a los ciudadanos, ni mucho menos (aunque ese sea el eslógan que venden y que tristemente muchas personas han interiorizado).
Por otro lado, esa educación «estatal» debe financiarse, con dinero que previamente han obtenido del ciudadano. Y la trampa está en que esos ciudadanos reciben la educación estatal como si fuera gratis. Es decir, les mantienen rehenes de esas «ayudas» gracias a la ignorancia (pensando que se lo regalan) y gracias a la manipulación (pensando que el Estado es una hermana de la caridad y que debe abarcar cada vez más ámbitos de la sociedad civil).
En definitiva, se trata de comodidad, yo pago mis impuestos y hago la vista gorda de lo que pase entre medio, mientras a mí me den una posiblidad de educarme en escuelas o universidades «estatales». Y evito la responsabilidad de preguntar si se han usado eficientemente esos recursos, si se han «perdido» por el camino, si han terjiversado la verdad de los contenidos que se van a incluir en el currículum, si están impregnados de ideología contraria a mis valores y creencias, etc. No se trata de intentar igualar condiciones u oportunidades, sino de ser responsables y respetar la libertad de los ciudadanos, evitando que unas pocas personas encargadas temporalmente de gobernar España sean las que puedan decidir por el resto de personas, incluso en su contra.
Saludos!
Eduardo
Muchas gracias Eduardo por hacernos esta reflexión y mostrarnos tu punto de vista.
Saludos,
Miguel Angel