El martes pasado impartí un taller sobre toma de decisiones a miembros de una asociación empresarial. Una de las cosas que tratamos ha inspirado el mensaje de esta semana. Allí les decía que tomamos decisiones porque queremos conseguir algún objetivo o resolver algún problema y pensamos que si conseguimos lo que pretendíamos es que hemos decidido bien y que si no lo conseguimos es que algo hemos hecho mal. Esto es un error. Es una de las primeras cosas que explico en mis clases en el IESE.
Es un error porque el resultado de nuestras decisiones depende de factores que podemos controlar e influir, y de otros factores externos sobre los que no tenemos ni posibilidad de influir ni de controlar. Aquellos factores sobre los que podemos influir, influimos a través de nuestras decisiones y aquellos que se escapan a nuestro control son los que dan lugar a la suerte, buena o mala suerte según si juegan a favor o en contra.
Por ejemplo, en el juego de la oca (el famoso de oca a oca y tiro porque me toca) todo es suerte. No podemos influir en absoluto en el resultado. En el ajedrez no influye para nada la suerte, todo está bajo nuestro control. Todo depende de nuestras buenas o malas decisiones. Y en el parchís hay una combinación entre la suerte y las decisiones que tomamos.
Para decidir bien lo que hay que hacer es controlar bien los factores sobre los que tenemos control o influencia. Es decir, seguir un buen proceso de toma de decisiones, que es lo que enseño en mis clases. Si el proceso es defectuoso dejamos al azar cosas sobre las que podemos influir, y entonces no nos podremos quejar si las cosas salen mal. Y sobre los factores que no controlamos lo que tenemos que hacer es aprovecharlos si al final vemos que han jugado a nuestro favor, y prepararnos para afrontar del mejor modo posible los eventuales resultados adversos.
De esto y de muchas más cosas hablamos en el taller que os mencionaba al principio de este mensaje. Hasta el jueves que viene.
Miguel Angel Ariño es Catedrático de IESE Business School y conferenciante, experto internacional en toma de decisiones, estrategia y liderazgo. Con más de 35 años de experiencia global, ayuda a Consejos de Administración y a la alta dirección a transformar la complejidad en claridad estratégica, impulsando un crecimiento sostenible y ético.
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Hola
No estoy de acuerdo, en principio, que en el ajedrez no influya la suerte. Siendo cierto que casi todo depende del jugador, no es menos cierto que si el oponente es de menor nivel técnico (existe una posible ventaja «a priori») y si «mete la pata» en una jugada crucial, «la suerte» habrá jugado su papel.
El comentario no desmerece ni la idea, que es diáfanamente clara y certera, ni el conjunto del texto, quizás, solo quizás, uno de los ejemplos
saludos
Estoy totalmente de acuerdo contigo Anónimo. De todas maneras, fijado el contrincante, el juego ya no depende del azar sino de las buenas decisiones.
Muchas gracias por la puntualización, y saludos,
Miguel Angel