Buenos y malos jefes

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Una de las ventajas de haber iniciado este blog hace ya más de 10 años es que muchos antiguos alumnos lo leen de vez en cuando y esto sirve para que me recuerden. En general me recuerdan con el mismo aprecio que yo a ellos. Frecuentemente cuando me encuentro a algún antiguo alumno que hace tiempo que no veo, enseguida me dice “leo tu blog”.

Este verano me he encontrado con uno que hace tiempo que no veía. Me comentaba que hace un año había llegado un jefe nuevo a su departamento y que había empezado a organizar las cosas sin tener en cuenta cómo las estaban haciendo hasta ahora. Daba órdenes y decía a cada uno lo que tenía que hacer. Total, desconcierto en el equipo. Sorpresa ante cambios de los que no se sabía el por qué.

Cuando uno empieza un nuevo trabajo la más elemental medida de prudencia es enterarse cómo se hacen allí las cosas. Si se hacen de tal manera, por alguna razón será. Y solo cuando uno se ha hecho con la situación empezar poco a poco haciendo mejoras. Siempre contando con la opinión de los que llevan allí más tiempo, que normalmente tienen mucho que decir.

Empezar a reorganizar todas las cosas es despreciar el trabajo de sus predecesores y de sus colaboradores. Jefe, ten en cuenta las opiniones de tu gente y será más sencilla su función de directivo. Hasta el jueves que viene.

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Miguel Angel Ariño es Catedrático de IESE Business School y conferenciante, experto internacional en toma de decisiones, estrategia y liderazgo. Con más de 35 años de experiencia global, ayuda a Consejos de Administración y a la alta dirección a transformar la complejidad en claridad estratégica, impulsando un crecimiento sostenible y ético.

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6 COMENTARIOS

  1. Estimado Miguel, yo “soy uno” de los antiguos alumnos que tengo el placer de seguirte y si, sinceramente, no leo todos, aprovecho para hacerlo siempre que puedo.
    Al hilo de tu comentario que leo hoy, me gustaría enfocarlo al revés, es decir, como jefe que hizo precisamente eso, intentar cambiar los métodos de trabajo si considerar como se hacían las cosas hasta entonces. Las justificaciones, cuando se adopta una “posición defensiva” son múltiples (niveles de ineficiencia importantes, falta de visión global, procesos no acordes con lo que se pretende…) pero, en definitiva, carentes de la sensibilidad necesaria y deseo de aprender el por qué se hacen las cosas así.
    En resumen, la historia no acabó bien porque al final, cambiar las cosas supone no solo considerar el punto de partida, por equivocado que sea, sino también tener en cuenta a las personas que tendrán que trabajar en ello. Por tanto, escuchar y entender como primera fase es primordial.

    • Miguel, gracias por leerme. Lo que describes es otra situación habitual distinta a la que planteo en el mensaje de esta semana. Es la resistencia al cambio, que siempre hay que tener en cuenta.
      Muchas gracias por participar y por leerme,
      Miguel Angel

  2. Leí un artículo de Walmart aquí del 2012 y pensé que ya había quedado en el olvido esta web y me encuentro con la sorpresa que aun siguen publicando después de 10 años. Increíble.

  3. Miguel Ángel, este post me viene como anillo al dedo. Entrando en un puesto nuevo con muchas ganas de hacer cambios, pero viendo la luz roja de la prudencia ante todo. Gracias por tu tiempo y enseñanzas

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