Belleza

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Un buen amigo me ha sugerido que hable sobre la belleza. Asunto interesantísimo. Damos mucha importancia a la inteligencia, a entender las cosas. Aceptamos las cosas que entendemos y si algo no lo acabamos de ver claro con nuestra mente lo rechazamos. También se habla mucho de voluntad. Hago esto porque quiero hacerlo o no lo hago porque no quiero. Inteligencia y voluntad son potencias que tenemos y con las que manejamos nuestra vida. Pero ¿y la belleza?

La belleza es algo más escurridizo. La consideramos solo muy puntualmente, pues el día a día, la acción, los sucesos, son cosas que ocupan nuestra cabeza y son el objeto de nuestro interés. De la belleza se me ocurre que hay dos tipos. La superficial y la profunda. La superficial es cuando algo nos llama la atención por lo sorprendente, lo distinto, por lo que resalta. Puede ser una obra de arte, un gol muy bien metido, el atractivo de una persona, etc.

Pero luego está la belleza más profunda. La belleza intrínseca de las cosas. Quedarse admirado por lo que tenemos alrededor. Una persona cualquiera, gente paseando por la calle. Un árbol, un paisaje, el saludo del que te encuentras en un pasillo de tu lugar de trabajo. Todo eso tiene una belleza intrínseca. Pero como la tenemos continuamente al alcance de la mano no lo valoramos. Pero tanto nuestro mundo interior como el mundo que nos rodea contienen belleza. Son belleza. Y si tenemos la capacidad de admirar lo que nos rodea estaremos contemplando belleza.

Hay quien aboga por la eficacia, por sacar el máximo rendimiento a lo que tenemos. Hacer rendir el tiempo todo lo que podamos. Uff, qué tensión, prefiero ir por la vida de un modo más calmado, contemplando mi alrededor. Reivindico la contemplación. Poder admirar la belleza que contienen las cosas y las situaciones diarias. Quizá me tachéis de romántico e idealista. Quizá es que lo soy. Hasta el jueves que viene.

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Miguel Angel Ariño es Catedrático de IESE Business School y conferenciante, experto internacional en toma de decisiones, estrategia y liderazgo. Con más de 35 años de experiencia global, ayuda a Consejos de Administración y a la alta dirección a transformar la complejidad en claridad estratégica, impulsando un crecimiento sostenible y ético.

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10 COMENTARIOS

  1. Es complejo establecer una definición concreta de belleza, ya que de por sí és algo completamente subjetivo. En un mundo donde prima la eficiencia y donde quién no es productivo a corto o medio plazo pierde su posición (podemos hablar de empresas o de individuos) pienso que la «belleza» es necesaria para obtener esta eficiencia. Del punto de vista de las operaciones unos flujos limpios, procesos claros, entornos ordenados… aquellas fábricas o centros de trabajo que podemos definir como «bellos» son sin duda más eficientes. En la belleza pues, también reside la productividad.

  2. Hay una obra muy interesante sobre este particular.

    “La supervivencia de los más guapos — la ciencia de la belleza” de Nancy Etcoff

    Muestra la importancia de esta característica en todos los sentidos de la vida.

  3. Gracias por la reflexión, también me parece que es bueno valorar más la belleza de lo que nos rodea.
    Me guardaría decir que eficiencia no es lo mismo que eficacia. Eficacia es hacer lo que debo, elegir bien, y por tanto no hacer lo que no debo, es decir, liderar. Si elegimos bien, podremos tener tiempo para apreciar la belleza de las cosas.
    En cambio, eficiencia es hacer bien algo, con los mínimos recursos posibles (materiales, tiempo, etc), es decir, saber gestionar los recursos que siempre son escasos, para conseguir ese objetivo que hemos elegido anteriormente.
    Si tenemos claro estos dos procesos, tendremos una vida más plena y feliz 😀

  4. Muchas gracias por sus palabras profesor! Os recomiendo “HISTORIA DE LA BELLEZA” de Umberto Eco, me parece una maravilla de libro. Un abrazo.

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