Dicen que la democracia es el menos malo de todos los sistemas de gobierno si exceptuamos todos los demás. En democracia, cada grupo tiene unos intereses que cree que vale la pena defender. Pero tiene que confrontarlos con los intereses de otros grupos que pueden ser contrapuestos, y hay que negociar. A la hora de negociar hay que mantener una escala de prioridades. Cosas en las que ceder es poco importante y cosas en las que uno debe mantenerse más firme.
Si no se negocia, en vez de prevalecer lo que es mejor, la democracia se convierte en una lucha por el poder. El que tiene más poder impone sus ideas a los demás. Ya no se tiene en cuenta qué es lo que se considera mejor para el pueblo gobernado.
También, para que una democracia funcione bien hay que tener en cuenta qué cosas son objeto de discusión democrática. Hay derechos de las personas que no son objeto de discusión. Si democráticamente se acuerda que las personas entre 30 y 40 años hay que ejecutarlas, por poner un ejemplo absurdo, esto sería un abuso de la democracia. La democracia ejerce sus funciones en un ámbito específico para organizarnos como sociedad, pero no para determinar cuáles son los derechos de las personas y cuáles no. Estos derechos son anteriores a la democracia. Parece que es de sentido común que todo el mundo tiene derecho a la vida. Que a nadie se le puede impedir trabajar. Que nadie puede poseer a otra persona, etc.
Hay entre los que se dicen demócratas una actitud absolutamente antidemocrática y dictatorial. Es el defender la democracia cuando lo que se decide es lo que yo defiendo y tachar de actitud antidemocrática cuando se decide lo contrario a lo que yo quiero. Esto es muy frecuente y también pervierte a la democracia y la convierte en una lucha por el poder.
Pretender que todo el mundo esté de acuerdo en cosa que no atañen a los derechos fundamentales de las personas es una forma de totalitarismo. Hay que respetar las opiniones contrarias a las mías. En cuanto a los derechos fundamentales de las personas, estos no son objeto de tratamiento democrático. A alguien le parecerá que soy un fundamentalista, pero con mis derechos nadie juega ni opina. Hasta el jueves que viene.
Miguel Angel Ariño es Catedrático de IESE Business School y conferenciante, experto internacional en toma de decisiones, estrategia y liderazgo. Con más de 35 años de experiencia global, ayuda a Consejos de Administración y a la alta dirección a transformar la complejidad en claridad estratégica, impulsando un crecimiento sostenible y ético.
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