Diagnosticar bien

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Después de muchos años dedicándome a la toma de decisiones, he llegado a la conclusión de que una de las características más importantes, y quizá la más importante, para tomar buenas decisiones es conocer bien la situación sobre la que se decide. Este conocimiento puede ser equivocado, correcto pero superficial o correcto y profundo.

Si el conocimiento de la situación es equivocado, cualquier decisión que sobre ella se tome será una decisión errónea, aunque los resultados sean satisfactorios. Habrán sido satisfactorios por pura casualidad y suerte, no porque se haya decidido bien.

¿Qué diferencia hay entre un conocimiento superficial y uno profundo? El conocimiento superficial de una situación es cuando se conoce lo que está pasando, pero se desconocen sus causas. Veo que están aumentando las ventas. Veo que la relación en el matrimonio se está deteriorando. Veo que mi jefe me hace poco caso. Pero uno no sabe porque está pasando todo eso y ni se lo plantea. Solo observa.

El conocimiento correcto y profundo es cuando se sabe lo que está pasando y se diagnostican bien las causas. Esto es lo importante, diagnosticar bien las causas, porque entonces se puede poner el remedio oportuno. Si no se sabe porqué pasa lo que pasa, difícilmente se puede encontrar el remedio, y si se encuentra un remedio que es acertado también habrá sido por casualidad y suerte. Mal asunto.

Hay algo más que añadir. Hay personas con una incapacidad natural de diagnosticar bien la realidad. No se enteran de lo que está pasando. Ahora me estoy acordando de una persona que era así. Hay otras personas que pueden tener un conocimiento superficial de las cosas, pero no se plantean que es necesario indagar sobre las causas. Se sienten satisfechas, pero llegan poco lejos.

En cambio, otras no se quedan tranquilas hasta que captan las causas de lo que pasa. Hasta que captan porqué pasa lo que está pasando. Estas personas son muy valiosas y hay que retenerlas en la organización. Puede que en un momento dado no sepan porque pasa lo que pasa, pero son conscientes de que no lo saben y buscan encontrar un por qué. Saben que no saben en ese momento. Lo malo es no saber que uno no sabe, que es lo que les pasa a los que diagnostican mal una situación o a los que tienen un conocimiento superficial de lo que está pasando. Hasta el jueves que viene.

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Miguel Angel Ariño es Catedrático de IESE Business School y conferenciante, experto internacional en toma de decisiones, estrategia y liderazgo. Con más de 35 años de experiencia global, ayuda a Consejos de Administración y a la alta dirección a transformar la complejidad en claridad estratégica, impulsando un crecimiento sostenible y ético.

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6 COMENTARIOS

  1. «Lo malo es no saber que uno no sabe», la de veces que he usado esta expresión. Y la de gente, Y ESTO ES LO PEOR, que sabe que no sabe, que sabe que los demás saben que él no sabe, pero que toma decisiones porque es el que manda y punto. La de tortazos que he visto darse a gente así, tremendo: lo malo es que el trompazo suele ser en el culo de los demás… En fin.

  2. Certero, como hoja de bisturí… ¿Puedes abundar un poco más en cómo estudiar y luego diagnosticar las causas profundas?
    Gracias mil.

    • Antonio, por mi experiencia, creo que esto es un don más bien innato. Hay personas que lo tienen y personas que no. Pero en general, los que valoran a las personas sin importar la posición social y económica de estas son gente con sensibilidad para diagnosticar causas profundas, mientras que que los que consideran a las personas como uno más suelen andar muy despistados por la vida. Resumen, el secreto es valorar a las personas como lo que son.
      Pero lo que has planteado es muy profundo.
      Gracias,
      Miguel Angel

  3. Miguel Angel. ¡Eres de los pocos que trata estos temas! Me ha gustado mucho tu post. Si me permiten un apunte, creo que un error mayor es actuar, consciente y voluntariamente, en contra de lo que uno piensa que sería bueno hacer. Los demás errores pueden ser fruto de sesgos inconscientes, más o menos involuntarios. Lo malo es hacer a sabiendas lo que uno cree malo. Eso es una mala decisión, y corre uno el riesgo de deteriorarse como decisor. Lo otro es un error que no le deteriora a uno como decisor.

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