Una de las decisiones más importantes que se toman en las organizaciones es la de despedir a algún empleado. Cuando se despide a un empleado hay que estar cargado de razones. No se puede despedir alegremente por cualquier razón. Para una persona, que le despidan es algo muy traumático y doloroso.
Resulta que esta persona no está rindiendo lo que se esperaba de ella. Entonces hay que preguntarse ¿cómo fue el proceso de contratación? ¿Se calibró entonces si las capacidades de esa persona eran las adecuadas para el puesto que iba a ocupar? Si el proceso de contratación fue defectuoso la culpa no es de empleado. Fue un error de la empresa y por tanto es la empresa la que tiene que asumir los costes de haber contratado alegremente, y no el empleado. Una vez contratada esta persona ¿se le ha ayudado para que su rendimiento fuera el adecuado?.
Antes de despedir a una persona hay que agotar todas las posibilidades para que esta persona triunfe. Y si al final tiene que salir de la empresa hay que acompañarle en la salida de modo que se le facilite encontrar otro trabajo.
No digo que una empresa no deba despedir a gente, pero ya digo, hay que estar cargado de razones para hacerlo. Evidentemente los comportamientos abusivos de algunos empleados hay que atajarlos con despidos si es necesario. También si está en juego la viabilidad de la empresa entonces algo hay que hacer, pero hay que hacerlo con tacto y con justicia, del modo menos perjudicial posible para el empleado.
Pero cuando hay suficientes razones para despedir a alguien, entonces hay que hacerlo. Muchas veces es un acto de justicia con los demás empleados. Pero despidos alegres, cuidado, sobre todo si hay una actitud de lealtad por parte del empelado. Los despidos injustos además de ser injustos tienen un gran impacto negativo en la gente que se queda en la empresa. Despedir es una decisión que hay que pensársela mucho. Feliz navidad y hasta el jueves que viene.
Miguel Angel Ariño es Catedrático de IESE Business School y conferenciante, experto internacional en toma de decisiones, estrategia y liderazgo. Con más de 35 años de experiencia global, ayuda a Consejos de Administración y a la alta dirección a transformar la complejidad en claridad estratégica, impulsando un crecimiento sostenible y ético.
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Hola
Un director mio decia que, frente a la cuestion de idoneidad de una persona, cabian tres alternativas
1- al que no sabe, se le forma – enseña
2- al que no puede, se le ayuda
3- al que no quiere se le aparta
Claro, concreto y conciso
Felices Fiestas!
Miquel, muy sabio y conciso consejo. Así hay que actuar.
Saludos y feliz navidad,
Miguel Angel
Respecto de este tema tan sensible, me gustó mucho la consideración que explicó Najib Bukele, enseñada por su padre: a la hora de considerar un despido siempre nos planteamos la situación respecto de la persona que será despedida. Pero casi nunca nos planteamos la situación respecto de la persona que no es contratada si la persona a despedir continúa en su puesto.
No sería justo por nuestra parte permitir que una persona que tiene mejores aptitudes, actitudes o capacidades para una determinada tarea permanezca segregada porque alguien que en términos relativos lo merece menos esta ocupando ese puesto. Eso no sería justo.
La justicia o injusticia de una circunstancia se define en terminos de las opciones que tiene la persona que actúa. Sólo cuando hay opciones puede darse una injusticia. Y tal injusticia es responsabilidad de quien tiene opciones.
Nuestra responsabilidad como directivos es asegurarnos que conseguimos una organización que funciona, genera beneficio, y es sostenible.
Si resulta claro que sustituir al trabajador que no sabe, no puede o no quiere va a tener un claro efecto positivo para la empresa, no sustituirlo sería injusto para con aquel a quien no se contratará, y para con aquellos a los que se «condena» a trabajar con un compañero que no está a la altura.
Quede claro que me refiero a factores de fondo, y no a cuestiones coyunturales que nos pueden afectar en la vida.
Es un punto de vista alternativo para esta delicada cuestión.
Un abrazo, Miguel Angel.
Carlos
Totalmente de acuerdo con tu reflexión y matices respecto al post del profesor Ariño, dentro de la dificultad que entraña asumir este tipo de decisiones.
Muchas gracias Eduardo, Feliz navidad,
Miguel Angel
Uy Carlos, es muy matizable lo que dices. Yo no soy responsable de dar trabajo a todo el mundo. No tengo una responsabilidad sobre quien no he contratado. Tengo responsabilidad sobre mi gente, y para despedir a alguien debo tener grandes razones. No puedo cambiar a una persona porque haya otra mejor. Haberlo pensado antes. Cuando contrato a alguien, en cierta medida, me responsabilizo de su desarrollo profesional, siempre que esta persona corresponda. No porque haya otro mejor voy a prescindir de este. Todo es matizable y depende de las circunstancias.
Feliz navidad Carlos. Qué buenos recuerdos tengo de las clases que os daba.
Un abrazo,
Miguel Angel
Muchas veces intentamos que un elefante corra como un gamo, porque necesitamos velocidad para esas tareas…
Ponemos a dieta al elefante y le hacemos entrenar duramente pero no lo conseguiremos jamás. ¿Nos hemos equivocado en la selección? Seguro. ¿Debemos ser honestos con el empleado y aprender todos? También.
Pero no perdamos más el tiempo ni se lo hagamos perder a él. Cuánto antes ejecutemos lo obvio y no nos fustiguemos más.
Este punto de vista muy realista y no conformista se estudia poco.
Feliz Navidad, a todos.
La verdad es que yo estoy muy de acuerdo con este razonamiento, lo cual no está reñido con tratar el tema con la empatía necesaria y las compensaciones económicas que procedan. No se debe persistir en el error.
Muchas gracias Eduardo por tu comentario.
También es cierto Carlos que si necesitabas un gamo ¿para qué contrataste un elefante? los errores los debe asumir quien los comete.
Saludos y feliz navidad,
Miguel Angel
Claro, nadie dice lo contrario, pero hay que tomar la decisión de echar a la persona. Haciéndolo bien pero haciéndolo.