Prudencia

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La prudencia es una virtud muy importante y que se puede tratar desde diversas perspectivas. Voy a centrarme en una de ellas. A veces suceden cosas que nos producen una gran contrariedad. En seguida sospechamos la causa de lo que ha pasado y nos ponemos a bramar contra algo o contra alguien. Y resulta que tal persona no tiene ninguna culpa y la causa de nuestro mal es otra distinta.

Si bramamos contra alguna cosa, pues no pasa nada. Somos nosotros los únicos perjudicados. Ya se nos pasará el enfado. Pero si bramamos contra alguien y ese alguien no tiene la culpa podemos estar cometiendo una gran injusticia. Podemos hacer sufrir injustamente a alguien. Sobre todo, si uno es jefe y puede lanzar castigos y sanciones contra ese alguien, la cosa puede ser muy grave.

Cuando uno se da cuenta que ha culpado a quien no tenía la culpa, uno queda en evidencia. Si al cometer este error uno tiene categoría humana, pide perdón y rectifica. Pero si no se tiene esta categoría, uno se autojustifica y ante sí mismo queda bien parado. Lo que pasa es que ante los demás sufre un gran desprestigio, del que el protagonista no se da ni cuenta.

Prudencia. Antes de culpar a alguien estar muy seguros de que este alguien tiene la culpa. En principio es buena práctica, ante la sospecha de que alguien es culpable, pensar que es inocente y solo cuando se está seguro de su culpabilidad entonces actuar.

Este mensaje me ha venido a la cabeza por la grandísima injusticia que, hace muchos años, un buen amigo me comentó que había sufrido. Su jefe no se paró a pensar y cargó contra él. Era el jefe y por lo tanto tenía razón. Hasta el jueves que viene.

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Miguel Angel Ariño es Catedrático de IESE Business School y conferenciante, experto internacional en toma de decisiones, estrategia y liderazgo. Con más de 35 años de experiencia global, ayuda a Consejos de Administración y a la alta dirección a transformar la complejidad en claridad estratégica, impulsando un crecimiento sostenible y ético.

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11 COMENTARIOS

  1. Buenos días profesor:

    Totalmente de acuerdo en el planteamiento, solo discrepo de usted en una «matización» …. en las empresas, desde mi punto de vista, no hay culpables sino responsables. La palabra culpa contiene el hecho de hacer algo a sabiendas de que no es lícito.
    Puede haber, y de hecho los hay, personas en algunas empresas que intentan sabotear a la organización, pensando que los demás son los «culpables» de su situación personal.
    Como usted bien dice, pedir perdón es una muestra de grandeza del ser humano.
    Le deseo un buen día.
    Saludos.

    • Todos conocemos jefes asi. Si la empresa es de rompe y rasga, como una conocida aerolinea de cuyo nombre no quiero acordarme, ya le esta bien asi y con resultados a corto plazo que brillen. Pero a medio plazo a esos jefes les abandonan los equipos, nadie los aguanta, la rotacion es muy elevada y los resultados caen. Como la aerolinea.

      • Y lo gordo es que muchas veces se piensa que dirigir una organización es cuestión de saber técnicas. Cuando lo más importante es saber dirigir personas, y para eso no hay técnicas. Las técnicas son para las cosas.
        Gracias Enric, y saludos,
        Miguel Angel

  2. Muy buenos días. Totalmente de acuerdo. Creo que perdemos prudencia cuando no tenemos la paciencia suficiente para recabar toda la información y/o el rigor necesario para analizar los hechos como hechos… no como comentarios, percepciones….
    El tema es tener cada uno un par de trucos para controlar «el pronto» y orientar los juicios con información objetiva y rigor. Es mi opinión

  3. Es cierto Miguel Angel. Pasa muchas veces y, tanto si se pide perdón como si no, las relaciones se resienten. La reincidencia agrava la situación y la puede llevar al límite de lo irreversible. Es una lástima, pero es así.

    A colación con tu reflexión, hace tiempo alguien me contó una situación parecida y acabó con la siguiente moraleja: «Es mejor parecer tonto y mantener la boca cerrada que abrirla y disipar la duda».

    Buena y feliz vuelta del verano a todos,

    • Juan Carlos, es lo que dice mi colega del IESE Rafael Andreu, todas nuestras actuaciones dejan huellas. Principalmente en nosotros mismos.
      Un profesor de bachillerato que tuve nos decia que calladitos estábamos más guapos.
      Gracias por participar,
      Miguel Angel

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