Durante mucho tiempo se ha hablado en la empresa de la planificación estratégica, que grosso modo significa decidir a donde quiere llegar la empresa en un determinado plazo de tiempo y decidir qué se va a hacer para llegar hasta allí. En función de los recursos y las capacidades de la empresa, de las oportunidades que tenía delante y del entorno económico en que se movía la estrategia era una u otra. Las empresas planificaban su estrategia a 3 o 5 años vista, y cada año la revisaban y la ponían al día.
La planificación estratégica era suficiente en las épocas en las que había estabilidad, o en las que los cambios eran muy lentos y más o menos predecibles. Pero en las últimas dos décadas los tiempos se han vuelto turbulentos y lo que se planifica hoy mañana ya no sirve.
Los tiempos están turbulentos. En las últimas dos décadas ha aparecido el terrorismo islámico, una crisis financiera y económica de magnitud que nadie se imaginaba, y que casi se lleva el euro por delante. Una pandemia realmente global y ahora una guerra con impacto en el mundo entero.
Mañana no se sabe lo que pasará ¿Significa esto que la planificación estratégica es ahora inútil? No. Hay que seguir planificando, pero sabiendo que esos planes hay que adaptarlos continuamente. Han de ser planes flexibles y adaptables a las situaciones cambiantes. Si para llevar a cabo los planes hace unas décadas, las empresas necesitaban unas capacidades, lo que se necesita ahora son capacidades dinámicas, es decir la capacidad de construir nuevas capacidades una y otra vez para atender las continuamente cambiantes situaciones.
Las empresas que saben hacer cosas pero no aprenden a aprender tendrán dificultades. Las empresas que saldrán adelante son aquellas con la capacidad de construir en cada momento las capacidades necesarias en las circunstancias cambiantes. Son lo que se llaman capacidades dinámicas. Hasta el jueves que viene.