El riesgo de tener siempre razón

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En el mensaje de esta semana expongo cómo en muchas organizaciones mandan los procesos, el modo de hacer las cosas, muchas veces sin tener el impacto negativo que en un momento dado pueda esto tener en las personas.

El arte de dejarse aconsejar

Pedir consejo es una muestra de inteligencia, no de debilidad. Pero elegir mal al consejero puede llevarnos al error. La prudencia exige contrastar nuestras ideas con personas competentes y que nos aprecien. Solo así encontramos razones para reafirmarnos o cambiar de opinión.

Gestionar la incertidumbre: lecciones de 25 turbulentos años

En el mensaje de esta semana hablo de que el siglo XXI nos ha sorprendido con crisis encadenadas: terrorismo, crisis económicas, pandemias, guerras y una Europa cansada. El futuro traerá sorpresas. Necesitamos un diagnóstico realista y capacidad de decisión para reorientar el rumbo de Europa.

El arte de conversar sin imponer

En el mensaje de esta semana hablo de que las personas maduras no imponen sus certezas. Saben distinguir entre opiniones y verdades objetivas, y aun así expone con humildad. La rotundidad genera distancia; la apertura, confianza. La forma en que afirmamos nuestras ideas dice muestra cómo somos nosotros.

Si no me gusta rompo la baraja

En el mensaje de esta semana muestro cómo la calidad de una decisión no se puede juzgar en función de si su resultado me afecta positiva o negativamente. La calidad de una decisión viene dada en función de si el proceso que se ha seguido es adecuado o defectuoso.

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Me parece que fue Unamuno quien dijo: “Lo sabe todo, absolutamente todo. Figúrese lo tonto que es”. Un colega del IESE una vez me dijo “ya me gustaría estar tan se guro de algo como algunos lo están de todo”. En una mesa redonda en la que participé hace unos años recuerdo que había uno que afirmaba con rotundidad unas ideas en las que los demás contertulios discrepábamos. Esta persona en lugar de abrirse a la posibilidad de que las cosas fueran algo distintas a como él pensaba, se aferraba y argumentaba, sin escuchar los argumentos de los demás. Llegué a la conclusión de que el grado de estupideces que una persona puede llegar decir está correlacionado con la intensidad con que las afirma.

Uno tiene que tener sus propias ideas, pero ha de estar abierto a la posibilidad de estar equivocado, o a que, sin estar equivocado, aceptar que otras personas pueden estar pensando de modo distinto.

Esto es especialmente importante cuando uno es jefe. Es entonces cuando más abierto ha de estar a cambiar de opinión y a escuchar a los demás. Pues si uno es jefe, tiene poder, y puede usar este poder para conseguir que nadie le contradiga, y entonces todo es un desastre. Es un jefe que no aprovecha las ideas de los demás. Es un jefe que si está equivocado ha cerrado las posibilidades de contrastar sus opiniones y de corregir. Es un jefe que se aísla de su gente y que al final es el hazme reír de toda la organización.

Consejo, considera la posibilidad de estar equivocado. Piensa que es posible que otros tengan razón. Sé flexible. Hasta el jueves que viene.

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Miguel Angel Ariño es Catedrático de IESE Business School y conferenciante, experto internacional en toma de decisiones, estrategia y liderazgo. Con más de 35 años de experiencia global, ayuda a Consejos de Administración y a la alta dirección a transformar la complejidad en claridad estratégica, impulsando un crecimiento sostenible y ético.

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8 COMENTARIOS

  1. Gracias MA, y enhorabuena por la sesión que diste en el IESE de Madrid esta semana. Fue un éxito.

    En relación a tu post de hoy: en mi opinión los directivos no sólo tienen que estar abiertos a opiniones diferentes sino que tendrían que buscar activamente a gente bien formada e informada que tenga una visión diferente del tema en estudio. Esto ahorra mucho tiempo y dinero.

    Yo tenía un jefe que me decía «si los dos pensamos lo mismo todo el tiempo sobra uno». Y creo que es verdad. Siempre es agradable encontrar apoyo a nuestras decisiones, pero este apoyo ha de ser real y estar fundamentado, de lo contrario es apoyo «de comodidad» o «de rebaño» y seguramente nos empuja al fracaso porque la realidad es muy tozuda y antes o después nos alcanza.

    Un abrazo

    • Gracias anónimo. Yo disfruté mucho en la charla que di el lunes pasado en Madrid. EStoy estos meses trabajando sobre el tema de la IA. EStoy totalmente de cauerdocontigo qu elos jefes deben buscar opiniones contrarias. En un areunión, Alfred Sloan, el gran jefe de General Motors, dijo «¿Todos estamos de acuerdo con esto?» (no sé que cosa era), y dijo «Pues entonces es que no lo hemos pensaod suficientemente bien». levantó la sesión y convocó una al cabo de un tiempo para volver a tratar el tema.
      Gracias por tu comentario.
      Miguel Angel

  2. Chapeau! Y en la era que vivimos, en pleno auge del GeAI, con su limitación ante los sesgos (como bien explicó en su charla del IESE ayer sobre la AI y la toma de decisiones), con más razón a estar atentos a trabajar en nuestra apertura de mente/flexibilidad!

  3. profe Ariño, por motivos q nada tienen q ver con vd o su blog, hacia tiempo q no lo leia, hoy «he regresado» y el comentario es super interesante, como siempre 🙂

  4. Los buenos deseos son muy bonitos: escuchar y aprender, respetar y valorar, observar y comprender, liderar y orientar,… pero la realidad suele ser bastante diferente. En el mundo de la empresa aparecen la ambición y el ego excesivo que lo cambian todo. Y desgraciadamente, después la humanidad y la humildad van desapareciendo. Estos últimos días, inevitablemente he reflexionado un poco sobre la opa frustrada que ha sorprendido a la mayoría, empezando por el opante (precisamente está fue ayer jueves, la palabra del día de la RAE). Como me parece que es adaptable al tema del profesor paso a comentarlo. ¿Qué pasó con este David contra Goliat, para que consiguiera sobrevivir victorioso? Creo que cada uno lo hizo lo mejor que pudo y actuó precisamente desde su propia percepción. El gigante optó por concentrarse en sus excelentes logros con palabras tipo: somos, seremos, lograremos, conseguiremos, más grandes, más mucho más,… En cambio, el menor optó por destacar su estilo tradicional con palabras tipo: somos equipo, vamos bien, somos confiables, trayectoria buena, seguiremos cumpliendo,… Los dos hicieron lo correcto realzando sus fortalezas. Pero entonces ¿porqué este resultado? Pues pienso que con la humanidad y humildad (ahora tan infrecuentes) se ganaron la confianza. Volviendo al tema del profesor, en un mercado tan competitivo y feroz como el actual, que necesario sería cambiar hacia unas relaciones profesionales de colaboración y sinceridad. Aunque me parecen muy difíciles si no hay una formación apropiada. Saludos, Xavier

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