Unas sugerencias para mejorar tu ambiente familiar y laboral

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A las personas normales les gusta desenvolverse en un entorno afable y cordial. Queremos paz en nuestra esfera familiar y en nuestro entorno de trabajo. Es rara la persona que disfruta con la confrontación, sembrando discordia y con un entorno antipático. Pues somos cada uno de nosotros los que contribuimos al ambiente de afabilidad o de discordia en nuestro entorno. Cierto que las personas que nos rodean, con su actitud configuran también cómo es el entorno en el que nos movemos. Pero lo que está en nuestra mano es intentar que nuestra contribución sea lo más positiva posible.

¿Qué podemos hacer? Pues muchísimas cosas. Cultivar en nosotros una actitud de optimismo. Esto es relativamente fácil cuando las cosas marchan bien. Pero es cuando surgen los problemas cuando más necesaria es una actitud de optimismo y de colaboración para abordar esos problemas. Tener una actitud sonriente de modo habitual es algo que ayuda.

Otra cosa que podemos hacer es intentar ser pacificadores y no generar más problemas. Hay personas cuya presencia hace que los problemas se resuelvan más fácilmente. Tienen una actitud positiva y colaboradora a la hora de afrontarlos. Otras personas son sembradoras de discordia. Agrandan los problemas con actitudes de “ya lo decía yo”; “es que siempre pasa lo mismo”, etc. Este tipo de actitudes no facilita que se resuelvan los problemas, más bien los agrandan.

Una actitud de estar pensando en los demás, en facilitarles la vida, en ayudarles, hace que generemos un ambiente más agradable. Ayudar a todo el mundo. A todos, sin hacer acepción de personas, tratando igual de bien a los que nos caen mejor que a los que nos caen peor, a los que ocupan un puesto de importancia y a los que tienen una función más humilde. Todos son personas que merecen nuestra atención. Y esto es lo que nos hace grandes a cada uno de nosotros.

Hay que tener en cuenta que, aunque podemos influir en el ambiente en el que nos movemos, también influyen el resto de las personas, y a veces nos podemos encontrar con lo que se llaman personas “toxicas” ¿Qué hay que hacer en ese caso? Pues intentar, solo intentar, que, via ejemplo, estas personas se vuelvan algo más amables. No tratarles con hostilidad, aunque eso sea lo que nos pida el cuerpo, sino tratarles con más afabilidad si cabe, para ver si aprenden. Si no aprenden, al menos lo habremos intentado y, si aprenden, les habremos hecho un favor y habremos mejorado nuestro entorno, laboral o familiar. Hasta el jueves que viene.

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