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Ha caído en mis manos un libro que me parece excelente. Se titula “Diálogos con Luis Manuel Calleja” LuisMa es, sobre todo, un buen amigo mío, que además fue profesor en diversas escuelas de negocios, entre ellas en el IESE. Falleció en verano del 2020 y a título póstumo se ha editado un libro en forma de conversaciones que tuvo con el también buen amigo mío Pablo Regent. Voy a comentar en el mensaje de esta semana una frase breve, pero de gran contenido: “La prudencia dictará cuando saltarse una norma para conseguir lo que busca la norma”.

Para dirigir una organización es necesario establecer unas reglas de funcionamiento, no se pueden hacer las cosas a salto de mata conforme van surgiendo. Esto tiene el peligro de aferrarse a las reglas y no salirse de ellas.

Las reglas se establecen para el funcionamiento habitual. Pero hay situaciones que requieren saltarse las reglas. Ser buen gobernante requiere saber cuando es razonable saltarse una regla y cuando no. Si siempre hubiera que cumplir todas las reglas de manera indefectible, no sería necesario dirigir una organización. Bastaría consultar a un ordenador qué dice la regla en cada situación. Ser persona de criterio es saber cuando hay que saltarse los criterios.

Esto trae un perfil de directivo que es especialmente pernicioso en las organizaciones. Los directivos que hacen cumplir siempre las reglas aunque la prudencia y la razón aconsejen que en un determinado momento no se aplique una de ellas. El argumento que aplican es contundente: “si no, para qué está la regla”. Ante este argumento no hay nada que hacer. Su función es la de controlar que todo se cumple impidiendo la flexibilidad y la creatividad, y ahogando la organización con un control asfixiante. Estoy seguro que conocéis directivos de este tipo.

Seguiré comentando ideas del libro de Calleja en próximos posts. Hasta el jueves que viene.

12 COMENTARIOS

  1. Interesante desde el punto de vista comparativo con las culturas corporativas alemanas, anglosajonas y japonesas. El Individualismo radica en la potencial brillantez (o locura delirante) del individuo y el colectivismo en la disciplina para aplicar las reglas sin cuestionarlas. Los latinos nos jactamos de ser “siempre” más listos que las reglas (el epítome, la cultura de “liderazgo” francesa). Los alemanes, de seguir las reglas de sus jerarquías sin cuestionarlas para poder salir del trabajo el viernes a las dos de la tarde. Los japoneses, de extraer el conocimiento colectivo hasta que se consigue la regla consensuada que nunca se pone en cuestión y ralentiza la reactividad. Interesante cómo conseguir una gobernanza eficaz en todos esos supuestos. El líder internacional lo tiene complicado.

  2. En este sentido, podemos recuperar la relación entre Finalidad (para qué hacemos algo) Principios (Qué pautas son las aceptadas y cuáles las prohibidas por la compañía para atender a esos fines) y las Normas (las reglas, lo legislado, lo positivado, lo que “tiene” que ser cumplido).

    Es decir, si se cumple la norma que respeta los principios en su emisión, la finalidad se alcanza, de forma automática, todo ello atendiendo a la lógica racional del discurso empleado.

    Por eso, como directivos, queremos emitir normas “que se cumplan”, porque pensamos que somos “eficaces en el resultado” con el “simple” hecho de asegurar el cumplimiento de la norma.

    ¿Y el que obedece?, pues creo que lo más probable es que quiere hacer lo que dice ahí (en la norma) y desentenderse de las consecuencias sobre todo personales, pretende su seguridad y su tranquilidad, no tener problemas… volver mañana y tener una nómina que le llegue a final de mes (recordemos que es motivo de sanción y en su caso despido laboral la desobediencia, es decir, si tienes un “es que no puedo con él” en tu equipo, el problema eres tú que lo toleras en detrimento del resto de tu plantilla, dale una pensada).

    Si las consecuencias son perniciosas para la compañía, no es problema del que obedece, para tranquilidad personal del “obediente”.

    Cosa distinta es que la empresa “muera” obedeciendo, en cuyo caso, no habrá despido disciplinario sino Expediente de Regulación de Empleo por causas objetivas… (Yo me di de baja de una compañía de telefonía con el aplauso de la persona que me atendía, y que me entendía… pero claro, ella cumplía órdenes…)

    Ese esquema es el propio de la técnica legislativa, pero sucede que las empresas no nos movemos en entornos estáticos, por lo que la normativización pierde eficacia automatizadora en la medida que precisamos de una más constante y reiterativa labor interpretadora cuanto más varía el entorno, y eso nos exige formar y acompañar a los que tienen que interpretar y aplicar in situ esas normas, al final, ¿tendremos que aprender “a hacer hacer…”? ¿eso lo suplirá algún día un algoritmo?

  3. Prof. Ariño, conozco un ejemplo que representa perfectamente tu artículo. Un banco había firmado un leasing con un cliente para la adquisición de un equipo de alta tecnología y elevado precio. El banco solicitó la factura al proveedor del equipo para poder llevar a cabo la operación. La normas del departamento de Finanzas indicaban que para operaciones de este tipo se requería un informe de solvencia, en este caso del banco. Durante un mes, el banco estuvo reclamando la factura todas las semanas, y los responsables de Riesgos no se la enviaban aduciendo que por normativa faltaba el informe de solvencia. La operación no se liberó hasta que el caso llegó a a la dirección financiera. La paradoja de este caso, es que el banco que reclamaba la factura, era el banco con el que la empresa realizaba todas sus operaciones comerciales, gestión de nóminas y pagos a proveedores.
    Como bien indicas, para aplicar una norma con criterios SI/NO, donde el sentido común y la prudencia no aplican, lo mejor y más barato es un ordenador.

  4. Hola Miguel Ángel

    Echo de menos a Luisma, como persona y como profesor dejó huella en muchos de nosotros. En sus clases siempre nos dejaba perlas de una profundidad destacable como la que comentas.

    Un abrazo,

    Paco

  5. Del mismo modo que si todo el mundo cumple la regla, ¿por que se ha puesto la regl?
    El sentido de una regla la da su imcumplimiento y hay dos maneras de imcumplir.
    1 de buena fe, habiendo estudiado, analizado y con el convencimiento de que es lomejor para la organización / comunidad.
    2 simplemente por que es lo mejor para uno en particular, o con ello fastidio a alguien en concreto, que tambien se da independientemente del beneficio para la oeganizacion/comunidad.

    • Gracias Anónimo. El punto 1 que indicas justifica el incumplimiento de una regla. En cambio el punto 2 hay que perseguirlo y castigarlo. Uno no puede benficiarse en perjuico de los demás.
      Gracias por tu interesante aportación,
      Miguel Angel

  6. […] Ha caído en mis manos un libro que me parece excelente. Se titula “Diálogos con Luis Manuel Calleja” LuisMa es, sobre todo, un buen amigo mío, que además fue profesor en diversas escuelas de negocios, entre ellas en el IESE. Falleció en verano del 2020 y a título póstumo se ha editado un libro en forma de conversaciones que tuvo con el también buen amigo mío Pablo Regent. Voy a comentar en el mensaje de esta semana una frase breve, pero de gran contenido: “La prudencia dictará cuando saltarse una norma para conseguir lo que busca la norma”. Para dirigir una organización es necesario establecer unas reglas de funcionamiento, no se pueden hacer las cosas a salto de mata conforme van surgiendo. Esto tiene el peligro de aferrarse a las reglas y no salirse de ellas. Seguir leyendo … […]

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