Es muy habitual en la empresa tomar decisiones en equipo, aunque es más cómodo para el que manda tomarlas el solo. Tomando decisiones uno solo se corre el riesgo de no considerar todas la ventajas e inconvenientes de las alternativas consideradas. El riesgo de apegarse a una idea y no bajarse del burro, etc. Son muchos los errores que se pueden cometer cuando uno no cuenta con su equipo para decidir.

Pero si uno cuenta con su equipo para decidir, el proceso se hace más pesado y laborioso. Más pesado y laborioso, pero siempre el resultado es mejor. Si la decisión la ha tomado uno solo, a la hora de ponerla en práctica vienen los problemas. La gente empieza a pensar que hay alternativas mejores. La gente no entiende porque hay que hacer esto y no aquello, y al final la decisión puede ser un fracaso por fallar la implantación, la puesta en práctica.

En las decisiones hay que emplear el esfuerzo en el proceso, involucrando a todo el que deba participar, bien porque es el responsable de la decisión, bien porque pueda aportar información, bien porque tenga que implantarla o bien porque le afecten las consecuencias de esta decisión. Esto hace el proceso de toma de decisiones más complejo. Sí, más complejo al principio, pero resulta en una mejor decisión y mucho más fácil de implantar porque ha intervenido todo el que tenía que intervenir.

Una cautela. A veces hay entre los que participan en una decisión los llamados bloqueadores. Son personas que no aceptan más que su alternativa y no conciben otra posibilidad y bloquean cualquier alternativa que no sea la que ellos proponen. Esos bloqeadores impiden que la organización avance. Pregúntate si ese es tu caso. Podría pasarte como al del famoso chiste de uno que va conduciendo por la autopista y oye por la radio la advertencia de que hay un coche que se ha metido en la dirección opuesta… ya sabéis cómo sigue. Hasta el jueves que viene.