Las empresas elaboran planes estratégicos con un horizonte temporal de entre 3 y 5 años y los van ajustando anualmente conforme van cambiando las circunstancias. O al menos esto es lo que se explicaba en las escuelas de negocios en los años 90’s. Sigue siendo así, pero además ahora se hace énfasis en la gestión de los riesgos.
Las dos últimas décadas del siglo pasado fueron años muy calmados donde había pocas sorpresas y se podían establecer planes estratégicos con una razonable seguridad de que se podrían llevar a cabo con algunos ajustes. El siglo XXI se ha iniciado cargado de sorpresas, crisis, guerras, pandemias, terrorismo y un largo etcétera. La calma ha dado paso a las turbulencias.
¿Significa todo eso que ya no sirve la planificación estratégica? No, ni mucho menos. Las empresas tienen que saber a donde dirigirse y cómo hacerlo. Lo que pasa que ahora han de ser mucho más flexibles que antes y estar preparadas para modificar los planes. Las cosas van a cambiar. La incertidumbre es muy grande y los planes va a necesitar modificaciones sustanciales.
También significa que además de la planificación estratégica, va a ser necesario estar más pendientes de la gestión de los riesgos. Hay que estar preparados. Hay que planificar la gestión de los riesgos. Esto permitirá a las empresas poner en práctica sus planes estratégicos sabiendo que cuando las cosas se tuerzan, que se torcerán, tienen un plan de actuación.
Tener planificada la gestión de riesgos te permite asumir más riesgos del mismo modo que llevar frenos en un coche te permite ir a más velocidad. Sin frenos un coche solo iría seguro a una velocidad muy baja. Sin planes de gestión de riesgos una empresa no puede asumir riesgos. Y si no hay riesgo no hay beneficio.
La gestión de riesgos debe incluir un repertorio de cosas que podrían fallar. Un repertorio de planes de actuación ante los distintos posibles riesgos, y mecanismos de coordinación: Qué se puede hacer, quién hace qué y cómo se va a actuar. Así a las empresas no les pillarán las sorpresas desprevenidas. Porque sorpresas va a seguir habiéndolas, y quizá muy grandes. Hasta el jueves que viene.