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Habitualmente cuando nos planteamos hacer una cosa es porque queremos hacerla. Si no quisiéramos hacerla ni siquiera nos la plantearíamos. Y cuando queremos hacer una cosa enseguida se nos ocurren infinidad de razones por las que es oportuno hacer eso. Y todas esas razones nos ciegan y nos impiden ver los motivos por lo que hacer eso podría ser poco oportuno.

Cuando queremos hacer algo lo que tenemos que buscar son razones para no hacerlo. Ver si esas razones justifican no hacerlo y cambiar de plan. O bien comprobar que las razones para hacer eso pesan más que para no hacerlo y por tanto llevar el plan a cabo sabiendo que tenemos que vigilar una serie de cosas para que el plan no se nos descarrile.

También hay que tener en cuenta que cuando hacemos estos juicios somos muy benévolos considerando las bondades del plan que queremos llevar a cabo y en cambio excesivamente optimistas con las razones para no llevarlo a cabo. Nos autoengañamos diciendo ¡eso es poco probable que pase!

Si a la hora de decidir con quien casarse uno tuviera en cuenta este criterio se evitarían muchos problemas posteriores. Si muchas decisiones empresariales lo tuvieran en cuenta también se evitarían algunas malas decisiones. Es un criterio muy simple, pero de gran utilidad en muchos aspectos de la vida. Hasta el jueves que viene.

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