En España estos días se está hablando mucho de unas leyes que está cambiando el gobierno para conseguir unos objetivos. Una de estas leyes, aprobada ya hace poco está causando mucho revuelo porque, además del objetivo que pretendía, está teniendo unas consecuencias no deseadas. Está permitiendo reducir las penas e incluso excarcelar a un tipo de delincuentes. La otra ley es más reciente y sus consecuencias están todavía por ver.
También pasa en las empresas. Se quiere conseguir un objetivo concreto. Para ello se establece un procedimiento, que para disimular y no parezca que es para ese caso concreto se dice que es de aplicación general para cuando suceda tal cosa. Al cabo del tiempo resulta que hay que aplicar ese procedimiento a una situación, y las consecuencias resultan ser desastrosas.
Cuando se establece una norma de carácter general para solucionar una situación concreta, esto normalmente acaba trayendo problemas. Esa norma, que es de carácter general, hay que aplicarla en otras situaciones y lo que provoca es una clamorosa injusticia. Son los efectos colaterales no pretendidos, que acaban apareciendo. Lo que en inglés se llaman los “side effects”.
Yo he conocido algún directivo que incluso negaba que el desastre que estaba pasando fuera fruto de la norma que se había establecido tiempo atrás, aludiendo simplemente que eso no era lo que se pretendía con la norma y que por lo tanto no podía ser la causa. Si yo salgo de mi casa por la ventana, aunque yo no pretenda romperme una pierna, la causa por la que me la he roto es porque he saltado por la ventana. Me guste o no me guste. Conclusión, antes de establecer una norma piensa las consecuencias que puede tener en circunstancias distintas. Hasta el jueves que viene.