Ojo con las generalizaciones

Relacionado

Aprovechar las Oportunidades

Tossa de Mar es un pueblo turístico de la...

Igual plancho un huevo que frío una camisa

Hay un perfil de directivos que a mi me...

Tomar decisiones y conseguir objetivos

Cuando tomemos decisiones es porque queremos conseguir algo. Estamos...

Polarización

Es una lástima, pero la sociedad a todos los...

Share

A veces en las empresas cuando una cosa ha funcionado se generaliza y se crea la política de que “esto siempre se hará así”. Análogamente, cuando una cosa no ha funcionado se establece que “esto nunca se hará así”. A mí me parece que estas generalizaciones son un error. A lo mejor el éxito o fracaso de la situación ha sido por circunstancias particulares de la ocasión, y no hay garantía de que eso vaya a funcionar o vaya a fracasar siempre.

De modo análogo, en empresas con distintas divisiones o con operaciones en distintas sedes, hay un modo de hacer las cosas en una de las divisiones que está dando excelentes resultados y se establece que en todas las divisiones o en todas las sedes se hagan las cosas de ese modo. Este es otro error. Puede ser que el éxito se haya debido a circunstancias particulares de esa división o de esa sede, y que esas circunstancias no se den en otras divisiones, por lo que no tenga sentido que en otros sitios se hagan las cosas de ese modo.

Ojo con las generalizaciones. Cuando una cosa va bien, o cuando va mal, hay que entender las razones del éxito o del fracaso, para no trasladar (o en su caso prohibir) los modos de hacer a otros ámbitos de la organización. Donde no hay distinción hay confusión.

He visto directivos realizando grandes esfuerzos e inversiones en proyectos que han funcionado en otras partes, pero que en su división no tenían el más mínimo sentido, y seguían empecinados en hacer unas cosas que nunca iban a funcionar. Dirigir requiere estar bien pegado al terreno y saber qué cosas tienen sentido en una determinada situación y cuales no.

Deja un comentario

Artículo anteriorBuen humor
Artículo siguienteEl gran engaño